En el pequeño poblado de Hildeman, al sur de Alemania, existe una de las más preciadas historias del país, que desafortunadamente, no existe en ningún museo y solo así, la pequeña sociedad puede conservar ese gran recuerdo de lo que antes era el pueblo.
Y de lo que pudo ser Cinderella.
Jana suspiro profundamente mientras guardaba el pequeño anillo de oro con un bello diamante en el joyero de cristal, lo cerro, y lo coloco dentro del guardarropa, el cual, aún conservaba todos esos hermosos vestidos tan elegantes que la gente de antes solía usar.
Camino a la gran cama que se encontraba dentro del mismo cuarto y se recostó, cerro sus ojos y comenzó a tararear una canción que ella misma invento en el instante hasta que se quedó dormida.
Al día siguiente salió de casa camino a la escuela. Era su penúltimo día en el colegio antes de las vacaciones de invierno. Aún no era invierno, aún se asomaba un poco el sol entre las nubes. Era un día nublado, con rastros de que llovería, aunque el calor era bochornante.
Así era el clima en esa pequeña ciudad.
En la escuela se encontró con sus dos mejores amigos.
Dörtee, aquella chica rubia con bellos ojos verdes. Bonita, tierna y simpática. Novia de Dietrich:
Dietrich, exnovio de Jana.
Jana y Dietrich se conocieron dos años antes en un campamento de verano. Ambos se hicieron amigos y al poco tiempo comenzaron una relación. Todo acabo cuando las vacaciones acabaron. Jana regreso a la escuela con la sorpresa de que su novio estudiaría con ella. Jana presento a su mejor amiga que conocía desde pequeña con su novio, el cual, se dió cuenta que era con Dörtee con la que quería estar.
Dietrich cambio a Jana por su mejor amiga, y aunque estos dos se juran amor infinito, Jana un siente su corazón latir por su amigo.
Y si, amigos. Jana no tenía a nadie más. Ellos eran los únicos que la conocían a la perfección, los únicos que permanecerían con ella pase lo que pase, aunque a veces estén a punto de destruirla más.
Miraba el reloj impaciente, como siempre. Ya no sabía que elegir. No quería seguir en la escuela pero tampoco salir de ahí y enfrentar los grandes problemas allá afuera.
A los pocos minutos la campana de salida se escuchó. Guardo sus cosas y salió de la escuela. Esa tarde se juntaria con Dörtee en su casa para pasar el rato.
Hildeman se encontraba al borde de un bosque.
Para llegar a la entrada del bosque se debía de entrar a una calle bastante estrecha. Al fondo, se encontraban muchos lazos amarillos con las palabras «prohibido el paso». Las redes de alambre que bloqueaban el paso se encontraban ya dañadas. Si alguien se atrevía a entrar, lo mas probable es que terminaría con severos rasguños por todo el cuerpo.
Y en ese pequeño callejón, la pequeña casa con la pintura verde menta desgastada del fondo, justo alado de la entrada del bosque, vivía Dörtee.
Dörtee tenía gran apariencia de ser una persona de buena vida. O eso hizo creer ella. La verdad es que solo vivía con su padre, el cual trabajaba solo para pagar los estudios de su hija y alimentarla, aunque recibía menos del salario mínimo.Solo Jana y Dietrich eran testigos de la verdad.
La castaña de ojos color miel miro la entrada prohibida al bosque y una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro. Siguió caminando con su amiga a su lado.
–¡Dörtee!– grito a lo lejos el viejo alegre que vivía cinco casas antes de llegar a la de su amiga. Este callejón si que estaba escondido en el pueblo.
–¡Buenos días!- grito Dörtee.
–¡Jana! ¡Hola! Es bueno verte por aquí.
Y aunque la chica viviese lejos de ese callejón, era reconocida por el viejo por ser amiga de Dörtee.
–Hola. Es bueno verlo a usted tambien– grito Jana a sus espaldas. Las amigas no dejaron de caminar en ningún momento.
El día paso y por el atardecer, Jana regreso a su casa.
Una semana atrás, Matt había llegado a la pequeña sociedad rural. Compraron una pequeña casa a unas cuantas calles del bosque, aunque sus padres ya le habían prohibido acercarse a ese lugar.
El último día de clases Jana se dirigió a la escuela a pasar ese último día antes de las vacaciones. Fue, lo más seguro, el día más pesado. Todos los estudiantes estaban ansiosos de que todo acabará.
Y fue cuando tocaron la campana de salida y un grito proveniente de todas las aulas dió inicio a las vacaciones.Por otra parte, Matt había decidido dar un paseo por el pueblo, intentando encontrar una entrada a ese bosque al que nadie se atrevía a entrar.
Entonces escucho unas risillas. Se giró encontrando a una rubia de ojos verdes riendo con un chico alto de cabellos negros. Era Dörtee y Dietrich.Avanzaron entre risas y besos hasta entrar a una calle. Matt camino en sentido contrario sin intención de entrar a esa estrecha y oscura calle. Entonces volvió a escuchar grandes pisadas. Mito al frente y vio a una chica castaña con unos hermosos ojos. Se sorprendió al ver una hermosa chica corriendo en dirección a la misma calle.
La chica freno de repente al ver a la pareja a escasos centímetros de distancia. Sin entrar a la calle espero unos segundos a que se alejaran, y cuando ya estaban a una gran distancia, avanzó lentamente.
Matt noto a la chica muy sospechosa y por curiosidad, terminó siguiéndola.
–¡Jade! Qué bueno verte de nuevo por aquí.
Jade todo los ojos y miro a la pareja, acababan de entrar a la casa. Sin dejar de caminar contesto amablemente.
–Hola, es bueno verle.
–Dörtee y ese chico acaban de pasar.
–Gracias por el aviso.
El chico paro de golpe y se detuvo detrás de un árbol cuando Jade freno frente la casa donde la pareja acababa de entrar. Se giró y miro a todos lados. Se incorporó y siguió caminando hacia las cintas amarillas.
Había una pequeña separación entre la casa de Dörtee y las redes de alambre que separaban el bosque. Entre ese estrecho espacio cabía el delgado cuerpo de la chica, la cual, se escabulló en el bosque.
Matt se quedó sorprendido. No sabía qué hacer ¿Debía seguirla pese a los riesgos que ambos se aventuraban? ¿O debía avisar a la policía? Decidió esperar. Esperaría y, en caso de que tardará mucho, avisaría a la policía.
Horas más tarde la chica salió de la pequeña entrada, limpio un poco de polvo de entre su ropa y camino velozmente.
Eso sí que había sido extraño, pensó Matt.
Los días pasaron y esa no fue la única vez que el chico logro presenciar a Jana escabulléndose en el bosque. Todos los días a la misma hora veía a la chica escabullirse por el busque y regresar horas más tarde.