Un favor

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Era mediado de octubre del año 2011 cuando sucedió, tenía 19 años y acababa de independizarme. Me mudé a Barrio Obrero a causa de una disputa que tuve con mi padre en aquel entonces.
En aquella época interactuaba mucho en una web llamada club.com.py, sitio popular por su efectividad a la hora de congeniar con personas para un encuentro casual. Gracias a la web conocí a Tamara Pintos, una joven que según su perfil vivía en la ciudad de San Lorenzo.
Previa a mi mudanza, ya estábamos charlando hace tiempo, con el afán de conocernos, compartimos en varias redes sociales; entre ellas Facebook y Messenger (que en aquel entonces seguía activo).
Pactamos, pues, un día de encuentro, luego de la oficina tomé un bus directo a San Lorenzo para charlar y conocernos más, ya que ese era la intención inicial de ambos. Pero a mitad de camino recibo un mensaje suyo diciéndome lo siguiente
— Hola, ¿por dónde ya estás?, espero no ser molesta, pero, te puedo hacer una pequeña consulta. — a lo que le respondo:
— sí, por supuesto, en qué te ayudo
— ¿será que me podría quedar esta noche en tu casa para dormir?
— ¿qué? Sólo tengo una cama, y es muy pequeña, además de que vivo solo. No creo que sea recomendable.
— Porfana… me peleé con mi mamá y no tengo a dónde ir.
— Ok, yo uso dos colchones, puedo bajar uno y duermo en el piso para que para que puedas usar el otro, ¿sí?
— Te agradezco muchísimo.
Luego de 30 minutos aproximadamente, llego al lugar del encuentro. Le doy el aviso de que ya llegué, posterior a eso, nos vemos en el subsuelo del supermercado Salemma. Me mira tímidamente y me dice:
— ¿vamos?
Asiento con la cabeza, y tomamos otro bus para volver a casa.
La situación era un tanto rara, ya que una completa extraña me estaba acompañando a mi habitación sin siquiera conocerme muy bien que digamos. En el camino me cuenta de los problemas por el cual atravesaba en su hogar, de los constantes maltratos a la que estaba sometida. Le fui honesto, ya que mucho por ella no podía hacer, apenas estaba comenzando mi vida en solitario, y no podía cumplir con ningún rol en ese momento. Pero me convenció de que me iba a ayudar y me prometió que habría cero problemas con su estadía allí.
Llegamos, le dije que íbamos a dividir el colchón como se lo había prometido, a lo que ella me dijo que no, alegando  que cabríamos perfectamente en la cama. La miré un poco confundido, pero con todo y eso, lo que pasó esa noche sólo lo contemplaba mentalmente, jamás iba a imaginar que pasaría en la realidad.
Apagué las luces, y ella tomó la iniciativa de todo. Fue una noche intensa, he de decirlo, ya que ella se encargó hasta del preservativo.
Nos dormimos recién a las 4:30 de la mañana, para despertarnos luego a las 11. Estábamos cansados, de igual manera, y como tenía muy poca experiencia de pareja, estaba un tanto ilusionado.

MENTIRAS PIADOSASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora