3. La Historia de Jenna

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- ¿Cómo diablos Aberforth no se volvió loco en el intento?

Ashley estaba acostada sobre mi cama, boca arriba, con la cabeza colgando de un lado de la cama. Su cabello rubio era tan largo que tocaba el suelo. Sonreí. Estas semanas habían sido una locura: las criaturas de todo el mundo estaban más alborotadas que de costumbre, y, por si fuera poco, todo indicaba a que tendríamos que ir por todo el país a controlar no solo a varias criaturas, sino también a humanos, ya que muchos ya sospechaban que algo olía mal.

- No lo sé –dije, concentrada en la aplicación del GELA para ordenador. La interfaz era muy bonita: azul, celeste, negro y fucsia. Tenía un aire a viejo, y eso me encantaba. Una vez adentro, te enterabas de todo lo que estaba pasando en el país y en el resto del mundo sin necesidad de estar en ese lugar. Cada vez que se detectaba una noticia "extraña" o "que pertenezca a nuestro departamento" saltaba una alerta. Luke la había creado, con la intención de amainar un poco el trabajo duro. Y funcionaba de puta madre. –Como dijo papá, Aberforth era un tipo muy fuerte e inteligente. Además de paciente. O sea, todo lo que yo no soy –Ashley soltó una carcajada y se colocó boca abajo, sobre la cama. Yo me hallaba en el suelo, con el ordenador en la falda.

- No seas tan dura contigo misma, mujer.

- ¡Pero es verdad! Anoche tenía tantas cosas que hacer que me largué a llorar por estrés.

- Oh –dijo, preocupada Ashley. –¿Estás bien? Quiero decir... ¿estás mejor?

- Sí, sí –dije, restándole importancia con un movimiento de mano. –De todas formas, Sam se dio cuenta y me ayudó con la situación.

- Oh, ya veo –dijo Ashley, mirándome de manera sugestiva. Me eché a reír y tomé un almohadón.

- ¡No así! –dije, golpeándole con el almohadón. Ella rió más fuerte.

- Está bien, está bien –dijo, levantando ambas manos. –Cada quién a lo suyo.

- Eres un caso perdido –dije, meneando la cabeza.

- Hey, Har –dijo Sam, entrando a mi habitación. –Tu padre ha enviado un mensaje acerca de una investigación a Lawrence, Kansas. ¿Te llegó la notificación?

- Oh, sí. Aquí está –Sam se sentó al lado de mí.

- ¿Iremos? –preguntó, mirándome a los ojos.

- Pues sí –respondí, sonriendo. –No iría a ninguna parte sin ti –Sam sonrió y apoyó su frente con la mía.

- Bueno, creo que yo me voy –dijo Ashley. –Felicidades por lo de anoche –le dijo a Sam, guiñándole el ojo. Acto seguido, se marchó.

- ¿A qué se...? –comenzó, extrañado.

- No preguntes –contesté, sonriendo.


- Así que tenemos trabajo –dijo Jenna.

- Pues, parece que sí –contesté, sonriente. –Me alegra volver al trabajo. Por lo menos, tengo algo más de lo que preocuparme que de una inminente guerra o algo así.

- Escucha, cachorro –me volví. –Apesto para dar consejos y ese tipo de cosas; simplemente no es mi fuerte, pero sí soy buena escuchando. Así que si necesitas a alguien con quien hablar, sabes que me tienes aquí.

- Vaya, gracias –dije, sonriendo. -¿A qué se debe este gesto de amabilidad repentino? –se encogió de hombros.

- Supongo que tú tienes a Ashley, y a Luke, y a Sam, y a toda tu familia. Yo solo quiero ser parte de ese grupo. Además... -dijo, con pesar. –Casi no tengo a nadie con quien charlar. Ya sabes, sentimientos y esas porquerías –sonreí.

- Hey, sabes que puedes confiar en mí –dije.

- Gracias. Realmente lo aprecio. Y mucho –hizo un amago de sonrisa. La imité. –Ahora, volviendo a quien soy 24/7. ¿A qué criatura debemos darle una buena patada en el trasero? –reí.

- Se llama Novak Clemens. Es un vampiro –bufó. Le lancé una mirada. 

–Oye, lo siento ¿sí? Sé que tú y tu padre quieren postularse para el próximo Nobel de la Paz y hacer de este un lugar más bonito –dijo, sarcástica- pero yo no me fío de ninguno de esos bichos –coloqué de golpe un libro pesado sobre la mesa del Cuartel General. Ella pareció darse cuenta de la situación y se colocó erguida y pasó el peso de una pierna a otra, abriendo un poco los ojos.

- ¿Cómo reaccionarías si una persona o criatura te llamaría "bicho raro"? El hecho de que sea diferente a ti no te da derecho a llamarlos así.

- Oye, Har...

- No, tú óyeme a mí –dije, dando un paso adelante. –Te llevarás bien con esas criaturas, quieras o no ¿entendido?

- ¡Una de esas cosas mató a mi familia!

La noticia me cayó como agua helada. Jenna jamás hablaba de su familia. Ahora sé por qué.

- Yo no... oye, te juro que... lo siento mucho –farfullé. Jenna hizo una mueca.

- Está bien. No sabías –asentí.

Nos quedamos allí, paradas, en un silencio sumamente incómodo, hasta que aventuré.

- ¿Quieres... em... hablar al respecto? –dio un largo suspiro.

- Era una noche lluviosa. Yo estaba en mi habitación, tratando de dormir pero el maldito estruendo no me lo permitía, así que bajé a la cocina a tomar un vaso con leche. De pronto, escuché un estruendo. Ya sabes, de esos que parece que un vidrio se rompió o algo así –asentí, atenta. Ambas tomamos asiento, una al lado de la otra. –Entonces lo vi. Al principio era una figura negra, alta. No pensé que sería tan alta. Al principio lo confundí con mi padre, solo para darme cuenta al instante que no era así. Intenté leerle el pensamiento, saber qué demonios pensaba, saber por qué estaba aquí y qué quería hacer. Pero no escuché nada –abrí los ojos-. Él se abalanzó sobre mí. Yo grité. Toqué la puerta de mis padres para ver si estaba todo bien. Pero cuando abrí la puerta...

- Está bien –dije, poniéndole una mano sobre su hombro. Ella tenía ojos vidriosos. Continuó.

- Había sangre, Harley –me observó con sus ojos negros. –En todas partes. En toda la habitación: en el piso, en las paredes... incluso hasta el suelo –fruncí el ceño, preocupada.

- ¿Cuántos años tenías?

- Seis.

Joder.

- Lo siento mucho. De veras. Nunca pensé que sería tan grotesco, ni que tu vida era tan...

- ¿Miserable? –dijo, amargamente. Sonreí a su pesar.

- ¿Y qué pasó después?

- Una familia me adoptó, solo para darse cuenta que yo era extraña. No me gustaba socializar. Solo me quedaba en un rincón, oyendo los pensamientos de la gente. Y así pasaron los años, y un buen día estaba caminando de camino a casa de la escuela y se pararon dos camionetas negras. Acto seguido, me metieron dentro. Es así como me llevaron al laboratorio, del que me escapé y demás.

- Vaya. ¿Y cómo lograron saber que eras Elementista?

- Es una pregunta que, a día de hoy, sigo haciéndome –fruncí los labios.

- Lo lamento mucho. De veras.

- Oh, no te preocupes. Si esto no hubiese sucedido, no hubiese conocido a la criatura más patética del universo –me eché a reír y Jenna también.

IV. Moonlight Shadow: The War Begins.Where stories live. Discover now