—¡Dios mío, esta mujer es un constante engorro! — Victoria se levantó para arrodillarse precipitadamente junto al ama de llaves —Suele tener su frasco de sales por aquí... Ah, aquí está.
De un voluminoso bolsillo que la señora Stone tenía en su vestido gris, Victoria sacó un frasco diminuto y, después de echar una mirada a Ben, se lo acercó a la nariz.
—Sería mejor que usted no estuviera junto a ella cuando recupere el sentido. Parece haber sido usted el que provocó su desmayo, esta vez.
Ben echó una mirada ceñuda a la mujer.
—Está usted en lo cierto, sin duda. Me retiro, señorita Evanson. Pero antes de hacerlo voy a repetirle lo que estaba diciendo cuando nos interrumpieron. No se acercará usted a las cuevas del acantilado mientras yo no haya resuelto este asunto de los bandidos. ¿Está claro?
—Muy claro — dijo Victoria, impaciente —pero dista mucho de ser una orden práctica. Debo acompañarlo hasta las cuevas para mostrarle la caverna que están utilizando para acumular el botín. De lo contrario es muy difícil que usted la descubra por su cuenta. En verdad, podría vagar años enteros buscándola. Yo misma la descubrí hace muy poco.
—Señorita...
Ella vio el destello decidido de esos ojos leonados e intentó su sonrisa más conquistadora, en un esfuerzo por imponerse. Al fin y al cabo, estaba habituada a manejar a su padre. Entonces recordó que llevaba mucho tiempo sin un hombre en la casa. Los hombres solían ser criaturas tan tercas. Y ése, decididamente, parecía más inclinado hacia esa tendencia que ningún otro.
—Sea razonable, señor — dijo Victoria, en tono deliberadamente tranquilizador—Durante el día no hay ningún peligro en esa playa. Los ladrones van y vienen sólo durante la noche, una o dos veces al mes. Es por las mareas, claro. Yo no correría ningún peligro por señalarle mañana la caverna.
—Puede dibujarme un mapa — replicó Ben, con frialdad.
Victoria comenzaba a irritarse. ¿Creería ese hombre que ella iba a entregarle algo tan importante? ¡Estaban en juego sus preciosos fósiles!
—Temo que, si bien sé dibujar bastante bien, no tengo el menor sentido de la orientación — dijo, locuaz —Pero he aquí mi plan. Mañana daré mi habitual paseo matutino por la playa. Usted puede salir a caminar a la misma hora, ¿verdad?
—Eso no viene al caso.
—Nos encontraremos de una manera tan casual que, si alguien nos ve, parecerá un accidente. Le mostraré el pasaje de los acantilados que conduce a la caverna utilizada por los ladrones. Y luego podremos discutir el mejor modo de atraparlos. Y ahora, si usted me disculpa, debo atender a la señora Stone.
—¡Condenada mujer!—Las cejas negras de Ben se unieron en un ceño feroz —Por muy habituada que esté a repartir órdenes, hará bien en cuidarse de dármelas a mí.
En ese momento la señora Stone emitió un gemido.
—Oh, oh, cielos, qué mal me siento.—Sus pestañas dieron una sacudida.
Victoria le acercó las sales a la nariz y ahuyentó al vizconde.
—Por favor, salga, milord—dijo mirándolo de soslayo—Disculpe si insisto. La señora Stone se pondrá histérica si lo ve aquí cuando abra los ojos. Lo esperaré mañana en la playa, a eso de las diez. No hay otro modo de que usted pueda descubrir la caverna en cuestión. Créame.
Ben vacilaba, obviamente fastidiado por tener que acotar lo obvio. Entornó los párpados, ocultando a medias sus ojos leonados.
—Muy bien. En la playa, a las diez de la mañana. Pero ése será el fin de su participación en este asunto, señorita Evanson. ¿Me he expresado con claridad?
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Fascinación (Terminado)
FanfictionEra bella e impetuosa, pero inocente. No sabía que estaba jugando con fuego. Desde un acogedor y pequeño pueblo costero hasta la rutilante elegancia de un salón londinense, se entreteje la emocionante historia de un hombre y una mujer del todo difer...