La chica del fénix.

Capitulo 3.

Aquella chica morena, con pelo tan oscuro como su corazón, ojos tan claros como la miel, tan profundos como el mar, con una sola mirada te puede hipnotizar, con su silencio te atrae y con su coraje te enamora.

Arlene siempre ha sido una chica fría y calculadora y nunca ha tenido tiempo para el amor. Ella dice que es una perdida de tiempo y que no necesita a alguien para ser feliz. Aunque su familia le haya dejado una fuerte suma de dinero, ella nunca lo ha necesitado, lo único que ha conservado a sido la casa y mas nada. El dinero que consigue para comer y para sus estudios, lo consigue de las carreras y los tatuajes, así se siente en paz.

En su casa, todo lo de sus padres y hermanita siguen intactos, no ah tenido el valor de entrar a sus recamaras, ni siquiera de cambiar el mueble manchado de sangre, cada vez que lo ve le ayuda a recordar que no esta en un sueño y que tiene que enfrentarse todo los días a la realidad.

Aquella gran casa de dos pisos, con el suelo de mármol, una gran chimenea en la sala de estar, aquella televisión rota, el mueble manchado de sangre y todos esos colores claros, de noche dan la impresión de estar viviendo el día de la catástrofe. Ya no es un lugar cómodo ni seguro, ahora es una casa espeluznante, llena de telas de arañas, los bancos llenos de polvo y Arlene, con el alma rota.

Una noche como cualquier otra, Arlene se dispuso a ir al barrio más cercano para saciar su pequeña ansiedad, ella conocía a la persona correcta que le pudiera vender la mejor mercancía y al mejor precio. Al llegar a aquel barrio oscuro entró por un pequeño callejón hasta llegar a una bodega abandonada, al entrar, caminó hasta la última puerta donde se encontraba un pequeño mueble rojo y una luz parpadeante, vio a John parado en una esquina con un arma en la mano, al ver a Arlene la bajo y le dijo que se acercara que tenía lo que ella deseaba, sin titubear fue y agarró aquella pequeña bolsa con aquel contenido blanco, le pasó el dinero y se dispuso a irse hasta que escuchó que John la llamaba y le preguntó que si no había escuchado de la carrera que estaba por realizarse en la avenida principal a las 4:30 de la madrugada y que había mucho dinero en juego ya que llegaban nuevos participantes extranjeros.