Capítulo 4.

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Capítulo 4. La lista crece.

Ni siquiera me molesto en intentar dormir.

Pasó la noche dando vueltas entre mis sábanas, pensando en todo y al mismo tiempo en la nada.

Se que fui sumamente estúpida al dejarme llevar por el momento y permitir que me mirará el tiempo suficiente para notarlo pero se sentía tan bien reír y sentir que todo estaría bien. Pero esa burbuja de felicidad tenía que reventar, y odiaba que fuera él quien lo hiciera.

Me siento al borde de la cama y miro mi reflejo en el espejo colgando de la pared. Ahí están, cabello castaño y ojos ambarinos me regresan la mirada, el mismo rostro pero es como si fuera alguien más.

Alguien a quien ya no reconozco.

Salgo fuera de la cama y tomó asiento en el suelo frente al espejo, necesito verlo. Necesito mirarme durante, el cambio. Necesito ver lo que los demás ven en mi.

Siento pasar las horas al igual que el entumecimiento en mi cuerpo, comienzo a impacientarme y es cuando lo veo. Un pequeño destello de brillo en mis ojos me hace jadear. No es necesario acercarme demasiado para observar con claridad cómo el color en mis ojos comienza a nublarse dejando nacer un intenso color azul cielo. El color castaño de mi cabello comienza a oscurecerse lo suficiente para cubrirlo de un profundo color oscuro, completamente negro.

Son cerca de las 9 de la mañana cuando escuchó un fuerte ruido en la planta baja, resplandor me levantó del frío suelo y bajó las escaleras esperando encontrar todo en orden.

Mi madre está de pie en medio de la cocina con un par de sartenes esparcidos por el suelo de madera. Luce agitada.

Decido no mencionar su extraña actitud y me arrodilló frente a ella recogiendo los objetos tirados uno a uno.

-Sólo quería prepararte el desayuno. -Su voz suena torturada y le miró morderse las uñas asustada. Si cabello castaño está despeinado y su sucio, no tengo idea cuándo fue la última vez que tomo una ducha o se preocupo por su aspecto físico.

-No te preocupes ma, no tengo mucha hambre pero puedo preparar algo para las dos. ¿Te parece bien? -Ella asiente con la cabeza y le indicó que tomé asiento sobre los bancos en la barra.

Comienzo a sacar los huevos y el tocino de la nevera cuando algo me detiene. Cierro de golpe la puerta llamando la atención de mi madre al instante. Sonrió de oreja o oreja mirándola. -¿Que opinas si te invito a desayunar? Tengo dinero de las noches que trabajó en el bar y creo que nos ganamos un desayuno especial en algún bonito restaurante.

Mi madre me mira con los ojos muy abiertos. -¿Es tu cumpleaños o... es el mío? -Pregunta.

Intento no reírme de su reacción y niego con la cabeza. -No ma, no es cumpleaños de nadie pero creo que sería divertido.

Ella me regala una sonrisa, hacía años que no la veía sonreír de esa manera. Le tomo la mano y le ayudó a darse una ducha y arreglarse un poco, lo suficiente para que ella se sienta orgullosa de ella misma por un día.

Tomó un rápido baño y me aplico una simple máscara de pestañas para salir justo detrás de ella.

Ambas tenemos un día estupendo juntas, conduzco por la ciudad en busca de un pintoresco lugar y no tardó mucho en encontrarlo. Se que mi madre se encuentra un tanto alterada por la falta de su rutina en la casa pero el aire fresco y ver más rostros además del mío le ayudar a a recordar que el mundo sigue andando, a pesar de que el suyo se haya derrumbado.

La llevó a una librería y la invitó a escoger el libro que ella quiera, sin importar el costo. Tal vez deba trabajar un par de horas extras en la semana tras esta pequeña escapada de nuestra triste realidad pero se que vale la pena cada segundo invertido. Además, yo también me llevo un par de libros a casa.

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2018 ⏰

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Entre Dos Mundos | Noah Centineo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora