Esa mañana desperté temprano, me vestí, desayuné, salí al jardín y puse en marcha el auto. Debía ir a Córdoba por un
compromiso.
Salí unos minutos después, el viaje era largo. El Sol ya se había ocultado cuando llegué a Córdoba.
Pasé a cargar combustible y aproveché para estirar las piernas. En la tienda de la estación ví un jarrón que me gustó y decidí comprarlo. En el papel de diario con que me lo envolvieron encontré una noticia.
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