-Capítulo 4

760 51 5
                                    

Los padres de Candy la habían regañado, por supuesto. No imaginaban su autocontrol para soportar todo lo que Sam le había hecho durante tanto tiempo, pero también fueron comprensivos y la apoyaron en su decisión. La abrazaron cuando lloró y se quedaron con ella hasta que volvió a dormir.

Inclusive se tomaron el tiempo en prepararle un buen desayuno el día siguiente, la llevaron a la escuela y durante la salida también pasaron por ella. Sus padres no tenían planes así que pasaron todo ese día juntos.

Hasta que llegó la hora de la cena y a su madre se le ocurrió preguntar por Christopher.

—Es un amigo.

—¿Qué clase de amigo? —cuestionó su padre, con un evidente tono en sus palabras. No era fácil engañarlo.

—Papá, ¿por qué dices eso? —mencionó Candy, cohibida.

—¡No, no! Yo no digo nada.

—Estas insinuando que Chris y yo tenemos o podríamos tener algo.

—Solo quiero saber sobre él, lo hemos visto un par de veces en la casa y por lo que nos cuentas pasas mucho tiempo con él.

—Exacto —añadió la madre—. Si salen o te gusta, no está mal.

—No, no me gusta Christopher —respondió, dirigiendo la mirada a su plato, negándose a esa idea—. Me agrada, la paso bien con él y ya.

Los señores Hernández conocían muy bien a su hija. Conocían esa mirada y la forma en la que comenzaba a respirar cuando sobrepensaba alguna cosa, a pesar de que ella les había dicho que no, ya varias veces observaron el comportamiento de Christopher; su manera de mirarla siempre atento y reír observando sus labios indicaban una cosa distinta a lo que ella pensaba. Solo era cuestión de tiempo para que alguno de los dos comenzara a crear sentimientos o atracción.

###

Chris entró al salón y con rapidez se dirigió a Candy, se sentó y antes de saludar si quiera, decidió hacerle una pregunta.

—Una serie que supere a su versión película, ¿cuál escoges?

—Mmmh —pensó ella—. Hannibal. Opinión personal.

—¡¿Qué?! —averiguó impresionado.

Él bien conocía esa famosa película, sin embargo nunca supo que tuviera una serie.

—No me mal entiendas. Del trabajo actoral de Anthony Hopkins ni siquiera se puede dudar, pero hay ciertos detalles en la serie que la vuelven más... —ella trataba de encontrar la palabra adecuada— adictiva, atrapante y hasta cierto punto shockeante por las muertes; me gusta la estética que maneja, la fotografía, los escenarios...

—Oh, ya.

—Además Mads Mikkelsen es extrañamente atractivo en el papel de un maldito loco —bromeó.

—Sí tan buena es, entonces tendré que hacerme un maratón —Chris encogió los hombros y se levantó hacia su asiento.

—Que raro eres —murmuró Candy, aunque él no pudo escucharla.

Candy no vio a Sam los siguientes dos días en la universidad, tal parecía que él la evitaba. Honestamente agradecía que Sam no se asomara por ningún lado.

—¿Quieres que te lleve a casa? —averiguó Chris mientras bajaban las escaleras hacia el estacionamiento.

—Christopher —puntualizó ella, se detuvo y él hizo lo mismo, un poco consternado por su tono de voz—. La última vez hablamos sobre eso.

RED LIGHTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora