CAPÍTULO IX

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−Papá −gritó la joven al ver como caía el cuerpo desfallecido la persona que acababa de entrar.

−Kudou, ¿qué hiciste? −cuestionó en un murmuro a su superior.

−Es mejor tenerlo con nosotros que también sea utilizado como rehén −respondió al momento en que agentes del FBI ya tenían rodeado el cuerpo del inspector y es que al momento que vieron que caía y al checar que no tenía pulso los de la organización dejaron de prestarle atención.

−Snake, eso no era parte del trato −gritó con enojo, tanto que le dio un cabezazo a su captor.

−Maldita −se quejó, pero no se tallo la parte afectada ya que tenía ambas manos ocupadas−, el trato contigo se rompió al momento que nos esteramos que nos traicionaste. −Jalo con brusquedad la cuerda con la que tenía capturada a Aoko para infligir más daño sobre su cuerpo.

−Señorita −le nombró el hombre que utilizaba el traje blanco−. No dejaré que muera otra vez frente a mis ojos.

−Kid −dijo al borde de las lágrimas y es que no sabia que pensar al ver dos Kaitos en la escena.

−Tú, ladrón. Más te vale no moverte o ella se muere. −Amenazó mientras colocaba la pistola en la sien de la muchacha.

−Señorita, no se preocupe. −Lentamente se estaba acercando a ellos.

−¡Que no te mue... −Su orden no fue completada porque vio como el ladrón era noqueado por una persona atrás de él.

−Snake −gritó encargado de dejar fuera de combate al mago.

−¡Kaito, ¿qué has hecho?! −Hakuba y Hattori están sorprendidos por el actuar de su compañero.

−¡Snake! ¿qué te parece un cambio de rehenes? −propusó mientras quien sabe de donde había sacado unas cuerdas y ya se encontraba atando Kaitou Kid.

−¿Qué? −Estaba sorprendido, pensaba que eran aliados. Pero él logró lo que siempre quiso hacer.

−Ya te dije, te doy a Kid si me entregas a Aoko. −Estaba cargando el cuerpo en su hombro mientras se acercaba a ellos.

−Vaya muchachita. Inclusive como traidora todavía nos sigues trayendo beneficios a la organización −dijo con una sonrisa, para después también ir a caminar a su contraparte.

Mientras tanto, los oficiales con chalecos antibalas del FBI y las personas vestidas de negro se quedaban observando todo, en caso del que enemigo abriera fuego.

−Está bien aquí tienes. −Aventó a la muchacha hacia él y con el brazo que tenía disponible freno su caída. Él depositó al mago ladrón delicadamente en el suelo.

−Kaito −murmuro cuando ya estaba a su lado.

−¿Pensaste que sería así de fácil? −cuestionó burlándose para después dispararle a quien fue su subordinada.

Pero la bala nunca llegó a ella, el oficial del escuadrón antimotines se interpuso y el proyectil se quedó en su chaleco antibalas.

−Buenos reflejos muchacho −lo alagó−. Pero a ver cómo te va con la otra sorpresa.

Unos hombres vestidos de negro recogieron el cuerpo del ladrón bajo la luz de la luna llena y se lo llevaban, para después aventar unas granadas de humo y aprovecharon para huir.

Cuando el humo se disipó los agentes se pusieron a inspeccionar el lugar para verificar si había quedado alguien de la organización, pero no, era obvio que habían planeado ese escape con antelación.

Cuida tu sombrero mágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora