0. intro

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Seo Saiko había llegado al Instituto en primavera. No la conocía nadie. No hablaba con nadie. No se sabía nada acerca de ella. Era el misterio personificado, y no parecía querer cooperar con nuestros intentos por resolverla. En el aula todos le dimos el tiempo necesario para que se adaptara. "Es tímida"; "Sólo necesita acostumbrarse a nosotros". Me hubiese gustado que aquellas fueran las verdaderas razones por las cuales Saiko no se interesaba en nosotros en lo absoluto. Una semana fue el plazo necesario para su "adaptación". Comenzó a abrirse con los demás, su grupo de amigos creció considerablemente dada que su belleza y carisma eran innegables. Su sonrisa parecía iluminar el salón entero con su simple presencia, y pronto fue tomada como una especie de ángel en la escuela. Aún puedo reír con amargura si pienso en lo ilusos que fuimos al creer en la inocencia de aquellos ojos.

Luego de ignorarme por un mes entero, una tarde decidió acercarse a mi pupitre. La vi con sus mejillas apenas ruborizadas y sus labios rosáceos que lograron cautivarme al instante. Su aroma dulce y floral, y el brillo intenso de esos ojos... Todo aquello conformó la razón por la que acepté ayudarla con la asignatura en la que estaba desaprobando. "¡Eres mejor que el profesor!... Eres como un ángel" me había dicho al día siguiente, supuestamente agradecida, con unos ojos que detonaban dulzura extrema, con su risa melódica y esa falsa admiración que me prometían una recompensa a futuro. No pude sospechar nada en ese entonces, y le di acceso a mi vida por un mes más. Nuestra relación comenzó a crecer considerablemente, como algo destinado a ser. Sus amistades pasaron a segundo plano, ella solamente parecía tener tiempo para mí. Era la envidia de mis mejores amigos, de mis compañeros, los que apenas conocía, con los que hablaba casualmente, y especialmente, con los que no me llevaba bien. Si alguna vez logro verlos de nuevo a todos, les diré que no tenían nada qué envidiarme en ese momento. Si hubiesen visto el verdadero ser y las intenciones de Saiko, no se atreverían a envidiarme. Tendrían lástima de mí.

Saiko pronto comenzó a mostrar señales de quién era en realidad, pero yo las ignoraba como si fuesen parte de una personalidad extravagante que solamente florecía sinceramente ante mí. Eran pequeños actos, pero todos ellos juntos me hubiesen mostrado el mismísimo horror. Solemos decir que a los locos hay que hacerles caso... ¿Pero estaba bien que yo siguiera las órdenes de ella? A medida que nuestra intimidad iba creciendo, también lo hacían nuestros deseos de llegar a algo más. Así fue como le di un arma letal de persuasión a Saiko: la pasión. La promesa de un beso escandalosamente excitante, de un momento de mayor intimidad... Todo aquello me llevaron a perderme en un espiral de demencia y a caer en las redes pecaminosas que Seo Saiko había tejido. Ella sabía que tenía todas las cartas a su favor, y quien estaba apostando sin tener nada era yo. Sus pedidos comenzaron a carecer de sentido común en un momento... Me pedía realizar cosas sabiendo exactamente las debilidades y fortalezas de cada uno de los estudiantes de mi salón. Me tomó tiempo darme cuenta, pero pronto pude entender el porqué no había hablado con nadie en el aula por una semana. Ella se había tomado esa semana entera para estudiarnos de pies a cabeza. Y yo, tan cómicamente iluso, dejé que me estudiara por meses.

Saiko sabía en qué llagas meter el dedo, qué puntos besar mientras pedía favores, y con qué manipular para que cada uno de sus planes saliera a la perfección. Incluso cuando uno podría pensar que estaba contra la espada y la pared, ella siempre estaba en ventaja. Anticipaba cada posible resultado y moldeaba las situaciones para que al final ella saliera beneficiada. Si uno pensaba que había ganado en algún momento y creía en aquella expresión de desilusión, estaba completamente equivocado... Seo Saiko siempre ganaba, y la desilusión en su rostro era producto de su demencia insatisfecha ante la falta de lágrimas, sudor, e incluso sangre. Ella no era normal.

Primeramente, me vi a mí mismo como el único idiota que decidió caer en su trampa y que no podía escapar de ella. Pero estaba más que equivocado; mis mejores amigos habían caído también. Saiko se regocijaba mientras cultivaba el desastre entre nosotros. Ella comenzaba con pequeños grupos hasta lograr enloquecer a todos. Comenzó conmigo, y siguió por el resto, pero yo era su víctima por excelencia.

Ustedes se preguntarán el porqué no me alejé de Saiko aún sabiendo todo esto. Yo había descubierto el verdadero ser detrás de su máscara de inocencia y bondad, había dejado de lado mi ceguera ante su naturaleza, pero seguía estancado en el mismo lugar de siempre, enredándome más y más... ¿Cuál era la verdad para esto? Supongo que era más que obvia...

Yo estaba igual de loco que ella.

narcissus ; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora