Hacía frío, incluso más que en aquel invierno.
La noche era oscura y fría, justo como su alma, o lo que quedaba de ella.
Alguien se apoyó contra el muro y suspiro, todo le recordaba a él.
Prendió un cigarro mientras pensaba cuál sería el siguiente paso. Se acercaron dos chicos y le compraron un poco del polvo, el maldito polvo blanco.
Había decidido venderlo por cuenta propia ya que no confiaba en nadie, no después del incidente con G.
Sus ojos oscuros siguieron a los chicos hasta que estos desaparecieron en la esquina, dio una última calada al cigarro, era lo último que vendería esa noche.
Se cerró la campera y decidió ir calle abajo; como si la sombra no lo persiguiera día a día, como si pudiera escapar.
Camino por las calles en completo silencio, estas estaban vacías ¿Quién saldría con el frío?
Llego a su casa y decidió encerrarse en su habitación. ¿Por que tenía que tener esa vida? ¿Por que él había entrado de esa forma a su vida? ¿Por que no podían ser felices? ¿Por que?
La imagen que le devolvía el espejo era irreconocible; se lavó la cara con agua fría y decidió contar el dinero, algo para distraer la mente.
