Marcos es un joven amable y sereno, dos años mayor que yo. Cuando alcanzamos la edad para considerar salir juntos más allá de la amistad, él pidió permiso a mis padres de manera dulce para ser algo más que amigos, y así comenzó mi primer amor.
Nos conocimos en la iglesia y nos volvimos buenos amigos. Un día, después de un evento, mientras ordenábamos la capilla, se acercó y me confesó sus sentimientos. Al principio, no supe qué responder, ya que lo había considerado solo como un amigo. Aún es mi mejor amigo, y por eso su partida me duele aún más. Entiendo que es su deber, ser misionero de nuestra iglesia es una gran bendición y algo que debe realizar con honor. Me alegro mucho por él, pero al mismo tiempo, me duele pensar que no solo mi novio se ausentará por dos años y medio, sino también mi mejor amigo, lo que hace la despedida más difícil.
"Te esperaré, prometo que nos casaremos a tu regreso", murmuró mientras acariciaba mis manos. Sus manos suaves en mi piel y su voz melosa me hacen preguntarme, ¿cómo podré vivir sin él? Parece imposible. Había reflexionado mucho sobre qué decirle en nuestra despedida, no quería expresar algo de lo que pudiera arrepentirme más adelante.
No salió palabra alguna de mi boca, y no porque careciera de algo que decir; quería expresar tanto, pero mis labios se sellaron en silencio. Él, nervioso, se tocó el cabello y yo solo pude sonreír. Lo siento, sé que esperas más de mí, que deseas oírme decir que también te esperaré, pero no comprendo por qué las palabras no fluyen, y además... ¿Qué pasa si no cumplo mis promesas? Sería terrible decir que esperaré y luego... No, él es el amor de mi vida. Nos conocemos desde niños.
—Te esperaré —logré decir, casi sin voz.
Su expresión se transformó, una sonrisa enorme se esbozó y sus ojos resplandecieron más que las estrellas.
—María, te amo... —susurró, incapaz de elevar la voz, especialmente frente al presidente, a mis padres y a los suyos.
Con nerviosismo y vergüenza, una sonrisa fugaz y tenue cruzó mi rostro mientras miraba de soslayo a mis padres. Esperaba que no nos hubieran oído. Me había ilusionado con escucharle decir "te amo", quizás desde que comenzamos a salir, pero por alguna razón, al oírlo, no sentí nada distinto; creí que me embargaría la emoción, sin embargo, mi corazón permaneció sereno.
—Es la hora —anunció su madre, secándose la nariz con un pañuelo.
—Adiós —articulé, con un tono cargado de nostalgia.
Marcos se ha ido lejos y aunque sé que no es definitivo, lo siento como si lo fuera. Son solo dos años, que pasarán más rápido de lo que creo, o al menos eso dice mi madre. Mi padre también fue misionero en su juventud, así que algo de verdad debe haber en sus palabras. Volver a casa es aún más difícil; mi madre trata de consolarme mientras mi padre, que detesta involucrarse en mis asuntos personales, busca música en la radio. Él nunca habría aprobado mi relación con Marcos, no porque no lo estime, sino porque desaprueba las relaciones antes del matrimonio. Preferiría que me quedara en mi habitación hasta entregar mi mano en el altar.
Esto me recuerda a nuestra primera cita, que fue maravillosa. Salimos con amigos que también tenían su primera salida juntos, lo cual fue muy divertido. Fuimos a comer a un pequeño lugar donde solíamos reunirnos tras clases. Lo más sorprendente es que mis padres se comprometieron allí, dándole un significado aún más especial para mí. Recuerdo que Marcos vino por mí con un traje semi-formal, pantalones cafés y camisa con tirantes. Su nerviosismo y palabras torpes me convencieron de que era el indicado.
De repente, escuché a mi padre; había dicho algo con un tono más alto de lo habitual, aunque no entendí qué fue. Nunca lo había oído hablar así, por lo que presté atención y entonces noté que ambos me miraban, como esperando una respuesta mía.
—¿Qué pasa? ¿Por qué me miran así?
—Cariño —mi madre miró a mi padre y luego frunció el ceño—. No estábamos seguros de esto, por eso no queríamos que te enteraras de esta manera.
—¿De qué hablan?
—Acaban de confirmarle a tu padre que ha sido aceptado como profesor en la Universidad de Seattle, así que nos mudamos mañana.
—¿Qué? ¿Mudarnos? ¡No, esto es una locura! ¿Mañana? ¿Y mis estudios? ¿Y mis amigos?
—No te preocupes por tus estudios, ya está todo arreglado para tu nuevo colegio, solo tenemos que informar que comenzarás el próximo lunes.
—¡Esto es una locura! —exclamé, molesta.
—Qué bien que llamaste la semana pasada, nunca imaginé que responderían tan rápido —comentó mi padre.
—¿Cuánto tiempo llevan planeando esto? —pregunté, pero nadie respondió.
Era increíble. ¿Cómo es posible que nos mudáramos a Seattle? Lo habían planeado todo y no me lo dijeron hasta ahora, un día antes de la mudanza. ¡Genial! Amo a mis padres, pero detesto cuando hacen estas cosas. No soporto la idea de perderlo todo; ya era bastante con la partida de Marcos. Además, ¿qué haremos en Seattle? Tenemos una vida maravillosa aquí en Utah. ¿En qué pensaba al aceptar ese nuevo trabajo?
Esa noche no dormí bien, preocupado por la mudanza a un lugar desconocido. Lo peor es que apenas pude despedirme de mi mejor amiga; a mis compañeros, profesores y amigas de la iglesia solo les envié un mensaje. Me revolví en la cama intentando dormir, pero fue inútil. No comprendía por qué mi padre decidió mudarnos tan repentinamente. Estábamos bien, felices aquí.
Observé el techo de mi habitación, adornado con fotos de mi novio, y poco a poco las imágenes comenzaron a desvanecerse. Cerré los ojos y las lágrimas se deslizaron por mis mejillas. No pude evitar llorar hasta que mis ojos no dieron para más.
Revisaba mi celular una y otra vez deseando que este dijera "en línea", sabía que eso era imposible, aun así, lo deseaba. La única forma por la cual me podía comunicarnos era vía correo electrónico, una vez a la semana. Tenía tanto miedo de dejar todo lo que tengo que incluso pensé en fugarme, finalmente el sueño me venció y me dormí abrazando mi almohada y deseando que todo haya sido un sueño.
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María
Teen FictionMaría es una joven que creció en el seno de una familia religiosa mormona. Es una chica dulce, amorosa y de buenas costumbres. Ella tenía todo lo que pudiera desear, padres amorosos, amigos y una vida perfecta, pero, todo cambia de forma radical cua...