Las calles donde crecí y creé hermosos recuerdos con mi familia, amigos y Marcos, el lugar que me vio crecer y al que ahora decía adiós, ¿cómo no iba a sentirme triste? Estaba destrozada. Intenté memorizar cada rincón que pasaba por la ventana, para añorarlo en mi corazón, mientras las lágrimas brotaban sin control. Apoyé mi cabeza y cerré los ojos al salir de la ciudad, y busqué en mi playlist las canciones más melancólicas para acompañar el que sentía como el peor viaje de todos.
Un suave toque en mis piernas me despertó; sin darme cuenta, me había dormido. Me quité los auriculares, recogí mis cosas y bajé del auto rápidamente, ya que aún teníamos que tomar el avión. Era nuestra primera vez volando, y mi madre estaba visiblemente nerviosa. Aunque yo también sentía ansiedad por volar, la tristeza opacaba cualquier emoción de emoción o entusiasmo.
Al llegar, todo fue un caos; mi padre no lograba contactar a Alamo rent a car. Habíamos llegado a Seattle alrededor de las siete de la tarde. Después de buscar en internet, descubrimos que la empresa de alquiler de autos solo abría los domingos hasta las tres de la tarde. Esto desató una fuerte discusión; mi madre, furiosa, le reclamó a mi padre por primera vez, y con razón, ¿por qué no se había informado mejor? Ahora estábamos varados en una ciudad desconocida.
Mientras mi padre se lamentaba y mi madre apretaba los dientes de frustración, busqué hasta encontrar una empresa de alquiler de autos que trabajara los domingos. Tras dos horas de espera, finalmente pudimos dirigirnos a nuestro nuevo hogar. En el camino, pensaba que habíamos empezado con el pie izquierdo, ¿sería eso un mal presagio? Pero justo entonces recordé una valiosa lección: siempre hay que buscar el lado positivo de las cosas, así que empecé a contar las cosas buenas.
Todo aquí es hermoso, debo de reconocer que me agrada mucho este lugar, aunque jamás lo hubiera cambiado por mi ciudad. Me bajo del autobus asustada de lo que me tocará vivir una vez que ingrese a mi nuevo colegio. Sé que me costará mucho hacer nuevos amigos, llegar a mitad de año no es lo ideal, todos ya se conocen y tienen a sus amigos, sus grupos. Además esto no es Utah, es otra razón por la cual estoy muy asustada.
Avanzo por los corredores contemplando a mi alrededor y no puedo evitar sentirme extraña, esto es tan diferente a lo que estaba acostumbrada. Todo luce sombrío y aterrador, hasta el ambiente me da una vibra extraña. Sin querer me topo con dos chicos besándose apasionadamente, él le toca su trasero a vista de todos ¿Qué clase de colegio es este? avergonzada trato de avanzar a toda velocidad para no ver ese acto tan privado.
—¡Ay!— exclamo de dolor, había impactado con alguien y había tirado todos los libros que llevaba en la mano
—Fíjate por donde andas niña— dijo, con voz de pocos amigos.
No alcance a ver el rostro de aquel chico tan malas pulgas, porque cuando me agache a recoger los libros, este me paso uno de ellos y se fue tan rápido que ni las gracias pude darle. Lo que sí me llamo mucho la atención, sus manos; estaban llenas de tatuajes con símbolos y cruces. No sabía que permitían hacer eso en los colegios, ir de esa forma.
—¡Scott! ¡Scott!— una voz femenina gritaba, mientras trataba de avanzar por el pasillo, paso de mi como si no me hubiera visto. La chica es delgada, cabello claro y llevaba un jeans muy ajustado mostrando el abdomen; muy blanca, demasiado parecía papel la niña mas blanca que yo. Cuando llegó el momento de entrar a clases, todo fue normal; me senté en el único puesto que quedaba libre y como todos ya tenían sus grupos, me quede sola. Solo puse atención a la clase, tendré tiempo mas a adelante para hacer amigos.
La clase de química había terminado, era hora del almuerzo y en este colegio no sirven la comida y yo me acabo de enterar así que... me compre un jugo y una manzana, que fue lo que me alcanzo con la poco dinero que traía y busque un lugar para comer. Cuando llegó la hora de entrar a clases, esta vez demore mas en llegar. Había que subir al segundo piso, para ir a clases de lenguaje. Mientras iba perdida buscando la sala, encontré a unos jóvenes casi teniendo sexo, me paralice; jamás había visto algo así, se besaban tan apasionados que me ruborice a tal grado que no sabía como decirles que necesitaba pasar por las escaleras. Mientras trataba de pasar desapercibida, el chico puso sus manos en el trasero de la chica y apretándolos los apegó a su cuerpo, mientras tanto yo pasaba mirando de reojo para que no se dieran cuenta, sin embargo aquel chico se percató de mi presencia y abrió sus ojos y me siguió con la mirada, mientras seguía besando a la chica. Trate de no ser muy obvia y dejar de observarles, pero, es que no sé por qué, no podía dejar de hacerlo.
El chico soltó una sonrisa maliciosa, mientras sus labios estaban pegados a los labios de aquella chica rubia, alcance a ver como le metía la lengua y de inmediato desvié la mirada hacía el piso. Mientras subía rápido las escaleras, la chica largo unas carcajadas y me voltee instintivamente; me miraban con ojos maliciosos, como si todo fuera muy gracioso, la chica era la misma que había visto en la mañana, sus ojos delineados exageradamente de color negro, hacían resaltar sus ojos azules que son algo cautivadores. El chico llevaba unos jeans negros rasgados, una casaca larga de esas con pelos en el gorro de color negro y una polera gris. Su peinado era bastante alocado; lo tenia largo arriba y corto a los lados, de su oreja derecha colgaba un aro con la forma de una cruz, sus manos estaban llenas de tatuajes.

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María
Teen FictionMaría es una joven que creció en el seno de una familia religiosa mormona. Es una chica dulce, amorosa y de buenas costumbres. Ella tenía todo lo que pudiera desear, padres amorosos, amigos y una vida perfecta, pero, todo cambia de forma radical cua...