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Capítulo III: «Beautiful Brown Eyes.»

[Dove POV]

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[Dove POV]

Las calles de Nueva York ya estaban totalmente oscuras, las débiles luces de farolas eran las únicas que alumbraban las pequeñas calles, claro que las avenidas eran mucho más luminosas pero también eran un baño de sangre a estas horas, en estas fechas. Sólo con saber que estábamos atravesando el centro me entraban escalofríos, sin duda era el lugar más peligroso. Sólo los más locos o los más desafortunados se encontraban por aquí.

Chandler revisaba por enésima vez su móvil, parecía aburrido pero en realidad sé que era incapaz de mirar por la ventanilla del coche. Suspire antes de mirar a Cameron y sonreír por lo concentrado que se veía mirando al frente. —Si atropellas alguien hoy, el estado te lo perdona.— Dije riendo y él me miro con desaprobación antes de suspirar.

—No podría vivir sabiendo que maté una persona, por muy malo que sea. Mi conciencia no me dejaría vivir.—

—Algunas personas no merecen vivir. —Dije mirando hacia la ventanilla donde se veía la ciudad demasiado tranquila.

—Eso no lo decides tú, Dove.— Suspire sabiendo que hablaba del imbecil que mató mi hermana, seguramente mi conciencia tampoco me dejaría vivir en paz pero al menos la muerte de mi hermana habría sido vengada. No contesté, no quería discutir así que tan sólo fije mi mirada en el paisaje exterior al coche. Poco se veía por los pisos y las decenas de tiendas que tapaban pero todo estaba tranquilo, como si la ciudad estuviera totalmente muerta, sin nadie para habitarla.

—¿Sabes dónde vive? —Preguntó Chandler cortando el incómodo silencio que se habia apoderado del coche en tan solo unos minutos.

—Si, Chand, lo sé.

—No estará en casa, es una pérdida de tiempo. —Suspiré.

—Pero volvera alli, ¿Tienes un mejor plan? —Se quejó Cameron y lo fulmine con la mirada.

—Si tengo. Y no entras tú en él. —Dije furiosa antes de obligarlo a parar el coche. —Vuelve a casa. Tú no quieres estar aquí, —Dije señalando a Cameron. —Y tu no deberias estar aqui. —Dije apuntando mi hermano.

—Dove, no seas idiota. —Dijo Cameron suspirando y lo ignoré abriendo la puerta del coche y salir de él. —Vuelve al coche Dove, estás en mitad de la ciudad, venga ya.

—No me trates como una cría.

—Tienes que dejar de culparte por la muerte de Claire.

—Si no hubiera salido esa noche, hubiera estado con ella para protegerla. —Grité y Chandler empezó a temblar haciéndome retroceder con mis palabras. —No era tu trabajo protegerla Chand.. Era el mío.

—Dove.. —Suspiró Cameron.

—Tú. Me llevastes fuera.

—Querías participar a la purga, no me culpes. —Dijo estaba vez elevando el mismo su tono de voz.

—Tuve que haberme quedado con ellos. —Suspire.

Hace un año, dia por dia, quise participar a la purga anual, recién cumplia dieciocho y queria purgar su alma al igual que todos los participantes de la purga. Cameron Boyce llevaba tres años purgando su alma, sin dejar de ser una de las mejores personas que podia conocer la morena. Porque no mataba por placer, mataba los monstruos aterradores en los que se convertia la gente esa noche. Cameron era un tipo de héroe con pistola y una puntería que nunca le fallaba. Ese era su cuarto año, y el primero de Dove, y esa moche ambos salvaron a dos mujeres que se encontraron sin gasolina en mitad de la ciudad, sin armas. Le salavron la vida a una madre y su hijo quienes iban a ser ejecutados por dos hombres. Y tambien le salvaron la vida a una pareja de ancianos que no podia defenderse y que fueron atacados en su propia casa. Esa noche salvaron vidas pero Dove perdió su hermana y eso nunca se lo perdonó. Esta noche era la segunda en la que Dove purgaria su alma, y esta vez por venganza.

—Sube al coche Dove, porfavor. —Repitió Cameron, cansado de mi comportamiento pero sobre todo nervioso por ver llegar alguna de las famosas bandas de asesinos que solian vagar por la ciudad la noche de la purga, en busca de víctimas.

Miré a mi alrededor y mi piel se erizó al ver a lo lejo un hombre fijo en mi dirección con una máscara.

—Sube, Dove. —Repitio Cameron al ver lo mismo que yo, y seguramente saber cual seria mi próximo paso.

Fruncí el ceño analizando aquel hombre que se quedaba totalmente quieto. Estaba a unos doscientos metros, apoyado sobre una pared, los brazos cruzados. Escuché un tiro tras mi que me sobresaltó y cuando me di la vuelta vi el cuerpo de otro hombre con máscara desangrándose a mis pies. Y Cameron se encontraba fuera del coche con la pistola en las manos.

—Te dije que subieras al puto coche.—Dijo más cabreado que antes.

No dije nada, aún observando aquel hombre a mi pies, muerto. Suspiré antes de subirme al coche haciendo que Cameron encendiera de nuevo el motor en un completo silencio. Me giré hacia atrás en busca de Chandler y entonces me di cuenta de su ausencia y un gritó agudo salio de mis labios haciendo que Cameron parará el coche.

—¿Dónde está? —Pregunté antes de salir del coche y volver al cadáver muerto donde estabamos la última vez que vi a Chandler.

—Ni siquiera se bajo del coche, ¿Donde coño se ha metido?

—¡Solo tiene dieciséis años! —Grité las lágrimas apretando para salir.

Alce la vista para ver más allá de donde estabamos parados, y mi mirada se fue directa hasta aquel hombre de la máscara que se encontraba a doscientos metros, seguía allí. No se movio durante unos minutos seguia desafiandome con la mirada, después alzó el brazo y me saludo antes de desaparecer entre las sombras de la siguiente calle.

—Es él. Tiene a Chandler.

—¿Y como lo ha echo?

—No tengo ni puta idea, ¿Vale? Pero sé que ese capullo tiene mi hermano.

Tenía tres años cuando cogi en brazos a mi hermano recién nacido, cuando mi padre me miró a los ojos fijamente y me dijo de protegerlo como mi vida. Hoy tengo diecinueve y por segunda vez he fallado con mi unico trabajo de hermana mayor. Pero no estaba dispuesta a perder mi hermano, otra vez no.

—Sube al coche y rodea la calle, yo seguiré el mismo camino.

—¿Separados? —Preguntó con inquietud en la voz.

—Es mi hermano Cameron.

No tuve que decir mucho más para convencerle y que subiera al coche. Corrí sin hacer demasiado ruido por las calles totalmente silenciosas, seguí el mismo camino que aquel hombre hasta llegar a la esquina de la tercera calle al este de la quinta avenida, quedé de frente a una pequeña cafetería. Fruncí el ceño al ver la puerta de cristal rota por completo, pero no me paré. Segui caminando. Y tuve que haber seguido caminando cuando escuché el débil grito de socorro de una chica, no tuve que haber retrocedido, pero lo hice.

Volvi havia atrás y entré en la cafetería. Entonces vi tres hombres, una chica con la cabeza baja atada a una silla, llena de sangre, su sangre. Su cabello castaño y alborotado se mezclaba con el color rojo de su sangre. Alzó la vista y entreabri ligeramente la boca, no era ni el momento ni el lugar pero una fina sonrisa se apoderó de mis labios cuando sus ojos se fundieron con los míos. Tenían un color poco común, ojos marrones como el inigualable mar de Venecia, hermosos y brillantes como un amanecer que se ilumina con el sol más resplandeciente, intenso aunque brillosos por las lágrimas que recorrían ya por todo su rostro. Hubiera seguido admirandola seguramente toda la vida, pero el puñetazo de uno de los hombres me hizo caer hacia atrás, nublando mi vista por unos segundos.

—Tenemos visita. —Sonrío el hombre de ojos claros, y después mi vista se nubló algo más haciendo que todo a mi alrededor se volviera totalmente negro.

The Purge (Dofia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora