Capítulo IX: Vive y se feliz.

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Dos años transcurrieron desde que la magia del portal se estabilizó, Nerea ahora tenía veinticinco años, y Cavendish tenía veintinueve, durante ese tiempo, ambos habían crecido mucho como pareja, quien los veía podía dar fe de que ese par, se amaba profundamente y se apoyaba constantemente.

Nerea había comenzado a practicar los hechizos de sanación dejados por sus padres, si bien, ahora el corazón de Miondel despedía una gran cantidad de magia, los aldeanos que se habían visto gravemente afectados tenías rezagos en el cuerpo, algunas pequeñas marcas aún eran visibles, y a menos que se les filtrara magia cada cierto tiempo, sería muy difícil que volvieran a la normalidad. Cavendish, por su parte, al ahora contar con el apoyo de Nerea, podía enfocarse en otras labores del reino, estaba enfocado en mejorar la situación, ellos aún vivían varios siglos atrás en comparación de los humanos, y si bien, todos temían a aquellas criaturas, sentían curiosidad por su mundo.

—Estuve pensando en... bueno, tú sabes —Nerea se removió incómoda sobre la cama, Cavendish la observó mientras aún la mantenía sujetada entre sus brazos.
—¿Quieres volver a la tierra? —le preguntó y ella asintió apenada.
—No me malentiendas, Cavendish, amo Miondel..., pero...
—Extrañas a tu familia...
—Sí...
—No sé si podamos abrir el portal, la última vez que tú lo atravesaste, este dejó de reflejar el otro lado.
—No estará de más intentarlo —ella lo observó y él esbozó una sonrisa.
—Te ayudaré —le dijo con calma mientras depositaba un suave beso sobre sus labios.
—Quiero que vengas conmigo...
—Nerea..., no sé si pueda, recuerda que mi cuerpo está anclado aquí, tú viste lo que le pasó a Treyment al estar mucho tiempo allá.
—Ahora es diferente, me tienes a mí, yo puedo curarte, además, el corazón quizás pueda ayudarnos.
—¿Tú crees que quiera que vayas? Quizás se pondrá inquieta..., ella le tiene miedo a los humanos.
—Si te seo franca... —ella se despegó un poco de su lado para observarlo mejor—, yo siento que soy más humana que unicornio —Cavendish la observó y asintió ligeramente—, aunque lleve dos años viviendo aquí, aún no logro adaptarme a la idea, ni siquiera puedo transformarme bien, la última vez fue cuando drené la magia que había en mí.
—Supongo que aún te hace falta acostumbrarte, no hemos practicado tanto los ejercicios de transformación, nos enfocamos más en hechizos curativos.
—¡Me siento frustrada! —ella sujetó sus piernas y Cavendish acarició su desnuda espalda trazando pequeños caminos— No puedo creer que sepa realizar hechizos aún más complejos, pero justamente ese, que hasta un niño pequeño puede hacer, sea incapaz de realizarlo.
—Tranquila —Cavendish acarició con gentileza su brazo—, algún día lo lograrás.

Bajo la luz de la luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora