Epílogo.

709 136 37
                                        

La vida de las estrellas es algo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La vida de las estrellas es algo... bueno, al igual que otras cosas mágicas, indescriptible.
     En las estrellas habitan dos seres, eso ya lo sabemos. Dos seres espléndidos, llenos de amor. Dos seres que se complementan, que fueron hechos para estar juntos. Y sí, dos seres que no pueden existir sí el otro no lo hace. Cuando ambos se encuentran en aquella, a los ojos de los humanos, roca en llamas, todo es distinto a lo que conocemos. No existe la tristeza, tampoco el tiempo. Y, aunque suene contradictorio, ellos tampoco existen. No son conscientes de nada, solo duermen abrazados, amando. Lo único que hay en una estrella es amor, amor y solo amor.
     Son eres de ese sentimiento, que solo pueden bajar a la tierra, es decir, a su tercer vida, cuando el vientre de una mujer se fecunda, por una esencia inexplicable que hace que comiencen de cero una vez más. Comúnmente, la mitad de la estrella baja primero, es raro cuando lo hacen al mismo tiempo, pero mientras un ser se encuentra solo en la tierra no vive realmente hasta que el otro también llega.

Aunque la mitad de la estrella ya se encuentre comenzando su vida en tal lugar, si su otra mitad —su complemento, su alma gemela, el ser que fue creado para permanecer junto a él— aún no lo hace, su vida no es más que un conjunto de rutinas y extrañesas carentes de cualquier emoción o verdadera dicha. Cuando aquel ser que ama al fin viaja, empieza la verdadera vida para ambos. Algo parece activarse, parecido a un factor que te permite ser feliz de nuevo. Te permite vivir y amar de verdad.

Ahí es cuando llegan los verdaderos inicios.

Quizá puedan llegar a preguntarse, ¿Y cuando llega un final?

Pero, a decir verdad...¿Sabías que los verdaderos finales no existen? Ellos solo se encargan de indicar un apartado para poder, de ese modo, crear un nuevo inicio en donde algo diferente sucederá, pero al cabo, todo queda conectado por una brecha indescifrable. Algo así como una coma o un punto y aparte.
    Ella lo sabía, y justo por ello nunca terminaba ningún libro con una insinuación, los finales que creaba dejaban muy en claro que nada concluía allí, que aún podrían llegar muchas cosas que resolver y misterios que afrontar. Y que seguirían y seguirían como un bucle infinito que, como la palabra lo indica, jamás finalizaría. Sus lectores —escasos, pues aún no conseguía salir de su región— creían que la razón por la que aquellos libros eran escritos así era porque la autora planeaba continuarlos en una segunda parte. Más no era así, simplemente no le agradaba la idea de  expresar que todo se finaliza cuando la trama principal se concluye, porque la vida no es así. Cuando salimos de una etapa, instantáneamente después iniciamos una nueva.

La noche absuelta parece sonreír ese día mientras el joven de orbes magentas y piel morena trataba de decifrar el misterio que trae consigo la luna y el cielo estrellado. Sus ojos curiosos parecen vagar rondando por el abismo que posee aquel silencio antes de caer por décima vez en el rostro inexpresivo y centrado de su ahora esposa. La observaba como muchas veces lo a hecho, con la mirada que parece traspasar su alma, la estudia como si fuese lo más hermoso del mundo, porque para Noah Smith, no existe algo más deslumbrante en la galaxia que ella, esa mujer de bellos y expresivos ojos esmeraldas que logró atrapar su amor desde el primer instante.

Infinite WhiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora