Capítulo lll (final)

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Su corazón estaba hecho trizas. El imprudente rechazo de su alfa hacia su cachorro le destruía de tal manera que no sabía si era capaz de soportarlo.
Tomó en brazos a su niño, era idéntico a él con sus pequeños ojitos de distintos colores. Una heterocromía hereditaria transmitida mediante los genes de parte de su padre alfa JongHyun, quien también tenía los ojos de su cachorro. Preciosos iris grises esmeralda que conquistarían el mundo si los vieran. Pero al parecer a Minho no causó el mismo efecto, sino, su total desprecio.

Habían pasado tres días desde su nacimiento y Taemin intentaba hacerlo dormir en suaves balanceos por los pasillos, arrullándolo contra el calor de su cuello mientras daba sutiles palmaditas en la espalda, susurrando palabras bonitas a su pequeño quien se encontraba viéndolo adormecido con su dedito en la boca. Aquella escena derretía a Taemin, dándole unos cuantos besos en las pálidas mejillitas de lo lindo que era. Sin embargo, el recuerdo de su alfa le hace gruñir por lo bajo, diciéndose mentalmente lo que se estaba perdiendo. El niño no tenía la culpa de no tener parecido, simplemente sus genes habían sido más dominantes que los de él. ¿Tanto le dolía eso? ¿Hasta creer que se había acostado con otro? Le encantaría tenerlo de frente a darle una golpiza hasta partirle la boca pero no podía jugar sucio. Ni mucho menos rogarle. Lamentablemente su vínculo seguía intacto e inquebrantable, sintiendo su rabia a través de ráfagas de calor.

Tenían que hablar, no podía dejar las cosas así como así.

Choi Yoogeun, no se quedaría sin padre. Y, si fuera el caso de que Minho siga negando su paternidad, él mismo asumiría ambas partes. Como "madre" luchona, dicen por ahí.

Le costó media hora en dejarlo en la cunita, quedándose otros cinco minutos más para verificar que en verdad dormía. A veces tenía la impresión de que el niño lloraba por el rechazo pero no era posible, sus ojos no conocían la maldad, el rencor o la venganza, solamente la constante necesidad de beber leche a cada dos horas.

Se tranquilizó ante su último pensamiento, yéndose fuera del dormitorio a encontrarse a Minho. Le iría a enfrentar con la frente en alto y sin una lágrima. (O eso quería intentar) Taemin salió de casa, avanzando apenas unos cuantos metros antes de sumergirse en aquel espeso bosque.

Bastó en convocarlo desde su mente para ver su cara después de tres días de abandono. Apretó los puños, conteniéndose.

—¿Por qué me llamas? Estaba ocupado. —Rugió el mayor, sin mirarle a los ojos en ningún instante, con una frivolidad que le duele.

—Sé que no es así. —Le respondió mordaz por poco enseñando sus afiliados fauces, continuando— Yoogeun es tuyo, maldita sea. ¿No te quedó claro esa noche? ¿Eh? —Intentó no sonar muy destruído pero se le era difícil cuando el deseo de llorar aumentaba con cada palabra que salía de sus labios, sintiéndolos temblar a la vez que el nudo en la garganta le asfixiaba—

Minho pareció meditar unos momentos antes de avanzar otro paso adelante, pasándose una mano por la nuca desnuda. Apostaba que él no tenía intenciones de tocar el tema.

—Todo de él no me pertenece. No tiene nada de mí, ni siquiera los ojos... —No pudo seguir hablando cuando la palma de la mano de Taemin se azotó contra la mejilla duramente, volteando el rostro hacia el lado contrario por la fuerza. Le miró sorprendido, tocándose la parte que empezaba a tomar escozor. Y pensar que antes esas pequeñas manos le hacían cariños o relajándolo; ahora había descubierto su verdadera potencia.

—Basta. —Le cortó el omega, enfurecido.

—Mierda. ¿Estás seguro que no te embarazaste antes? Nada me confirma que ese niño es de mi sangre. —Contraatacó Minho aún más emputecido, elevando la voz y con la vena del cuello palpitando.—

Hijo de la Luna. •Mpreg-TaeminxMinho. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora