Cap 1

34 4 0
                                    

Muchos creen que la vida es de color de rosa, otros no tanto sino de colores neutros pero yo estoy más que segura que la vida es negra como la obsidiana.
Desde pequeña jamás tuve amor verdadero, mi " padre" el alpha de una manada en América cuando encontró a mi madre su mate la rechazó por ser una omega, aún sin estar conforme la tomo como su esclava para " todo" literalmente. Y poco después el desposo a una gama de su manada, pasaron dos años y mi madre terminó embarazada...al igual que la "luna de la manada". Ambos bebés nacieron el mismo día a diferentes tiempos, el parto de mi madre fue antes justo cuando era luna llena y está se encontraba en su punto más alto y el otro fue media hora después.
Claro está que el " alpha " nunca estuvo presente solo los ayudantes de la casa acompañaron a mi madre.

Pasaron ocho años en los cuales ella procuro criarme con todo su cariño y esmero pero...una cosa era estar solo con mi madre otra era convivir con los demás en la manada. Fuera de " casa" era el blanco de todo tipo de insultos y maltratos por la gente cercana a la " luna " de la manada, y otros niños.

Me dolía ya que uno al ser niño no tiene la culpa de algo que era entre adultos pero a si como es todo ser viviente siempre estará la ley del más fuerte sobre el más débil. Mi vida estuvo llena de burlas y golpes y para el dolor del corazón de una niña de ocho años mi padre era partícipe de mi calvario.
Mama me decía que el me quería pero lamentablemente mi corazón y mi mente maduraron demasiado rápido y con ello sabía bien que ese hombre no me amaba. Mi madre murió cuando cumplí los 17, enfermo pero como nadie en esa casa se preocupaba por los inferiores la dejaron sin atención médica, y mi corazón ya teñido de negro terminó de endurecerse aún más. Odie a mi "padre" con toda mi alma, a él y a su " familia" los odie con fuerza.
Y como último toque año vida esa misma noche la " gran familia" me llevaron al centro de la manada donde me ataron a dos pedestales enfrente de toda la manada, el alpha con un látigo de plata dio la sentencia de que tendría 30 azotes. Dure cinco meses en cama ya que mi espalda terminó totalmente desgarrada...la mate del beta que decía haber sido amiga de mi madre a pesar de las protestas del alpha me cuido y curo todos esos meses. Y me dio una carta de mi madre que me dijo que leyera justo el día de mi décimo octavo cumpleaños.

Paso un año donde mi vida no fue vida, fui la sirvienta exclusiva de la "luna" y su hija menor de 17 años, habían tenido otra hija poco después de que naciera Dorian, el futuro alpha. Y por el más mínimo error o solo por mero placer mandaban a castigarme. La tarde del día de mi cumpleaños llego a la manada uno de los alphas de Europa más reconocido, que resultó ser mi mate...y como una idiota creí que él podría amarme y salvarme de esa "vida" pero no fue así. Me rechazó frente a toda la manada y sin dudarlo su mano izquierda se convirtió en una garra con la que me dejó un gran corte desde mi frente cruzando todo mi ojo derecho hasta mi barbilla.  Y el alpha me desterró...todos los que lo presenciaron no omitieron ningún ruido ni movieron un músculo, apreté en mi chamarra la carta de mi madre  y apretando mi mandíbula con una gran fuerza apretando mi otra mano hasta enterrar mis uñas en mi palma los mire a esas 5 personas frente mío con odio puro.

-juró que los destruiré - mi vos se escucho firme y cargada de toda mi ira...los ojos de mi padre se abrieron con asombro...parecía haber visto un fantasma e intento acercarse a mi, pero yo comencé a correr al bosque para salir de los territorios de la manada.

Corrí sin detenerme hasta que el cielo ya era de un tono oscuro y la luna estuvo  en el punto más alto del cielo...mi cuerpo se sacudió por una gran honda de dolor...sin poder detenerlo caí al suelo sintiendo como todos mis huesos se movían y cambiaban de lugar y forma, como mi piel se desgarraba. Desde lo más profundo de mi garganta un desgarrador grito fue liberado, en medio de mi dolor pude ver a seis lobos del tamaño de un venado cuál carbón acercarse hasta donde me encontraba. Uno de ellos se acercó aún más a mi y tomó forma humana, era un hombre mayor aparentando tener unos 40 años , con su gran mano acarició mi mejilla con cariño...sus ojos teníancierto brillo cálido pero yo no tenía mente para nada más que mi dolor.

-no te resistas...deja que fluya el cambio- su vos fue suave y clara. Tome algo de aire y me deje llevar...pronto el dolor dejo de ser fuerte y mi cuerpo dejó de doler.

Cuando abrí mis ojos de nuevo mi vista era mucho mejor a pesar de que el bosque estuviera en total oscuridad con pocos rayos de la luna. Me levante con ayuda de aquel hombre...me di cuenta que era algo más alta que él y baje mi vista a lo que deberían ser mis piernas y manos pero estas eran cuatro patas de un espeso pelaje negro...mi loba era negra, como los otros lobos. No sabía por qué ya que mi madre era de pelaje rojizo y el alpha de un pelaje café oscuro.

-eres una de nosotros- mire al hombre confundida, el sonrío ampliamente antes comenzar a cambiar por completo hasta ser el lobo negro del principio. -síguenos-

El se giró hacia los demás lobos y estos comenzaron a adentrarse más en el bosque, el me esperó hasta que comencé a caminar a su lado, primero caminando y conforme paso el tiempo corrí a la cabeza de todos, era rápida y me sentía aún más fuerte. Cuando estábamos por cruzar el rio que marcaba el fin de las tierras de mi "manada" otros lobos aparecieron a nuestros lados, supe quienes eran, el alpha y su hijo junto a algunos de sus guerreros junto a ellos otros lobos...un lobo plateado resaltaba de entre todos y su aroma...solo aumentó mi ira.

-deténganse!!- hablo el alpha pero ninguno de nosotros nos detuvimos. Ante esto pude ver cómo los guerreros de ambos alphas querían cerrarnos el paso, sabía su técnica por lo que mire a aquel lobo negro a mi lado.

-síganme- corrí hacia los árboles, serpenteando por estos pudimos deshacernos de algunos, podía escuchar el sonido del agua correr, el río estaba cerca, había una gran brecha adelante y muy pocos lograban tan siquiera tocar la orilla del otro lado. -tendremos que saltar-

Aumente mi velocidad al ver la brecha y con la fuerza de mis patas traseras salte, fue demasiado fácil, me sentía ligera y viva. Cuando mis patas delanteras tocaron el otro lado termine dando unos cuantos pasos todavía por el impulso, me giré a ver a los demás y ellos igual habían cruzado. Pero los otros no tuvieron la suerte.

-hay que irnos Malory- no dije nada al ver que aquel lobo sabía mi nombre él junto a los otros comenzaron a cruzar las rocas del Río, antes de seguirles me gire a ver a aquellos lobos que odiaba con toda mi alma.

Mis ojos chocaron con los azules eléctrico del lobo plateado y haciendo uso de lo poco que quedaba de nuestra conexión termine de romper nuestro lazo.  Vi cómo caía a la tierra por el dolor y cómo al rojo vivo en él se marcaba una extraña marca en su lomo. Sin mirar atrás termine de cruzar el rio y aullé a la luna, pero mi aullido no era un agradecimiento a la diosa ni un lamento, era una promesa de venganza.
Una promesa que exigía sangre...

Lagrimas de Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora