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Hayley

Cuando me desperté a la mañana siguiente, pensé seriamente en poner una excusa a mi madre y no ir.

“Oh, mama, lo siento tanto, pero es que el pez Syd murió… estamos todos de luto por Larry”

“¿A qué no te imaginas que me pasó llegando a casa, mama? ¡Un peje-lagarto me atacó en el camino!”

“Las puertas de la residencia están clausuradas por un estudiante poseído, tenemos que quedarnos todos adentro hasta nuevo aviso”

“Hayley dice que lo lamenta, señora, pero somos extraterrestres provenientes de una galaxia desconocida por usted y necesitamos el cuerpo de un humano súper inteligente y hermoso como su hija para experimentar”

Gemí cansinamente, sabiendo que había millones de razones por las cuales no pondría excusas. Sobre todo del tipo que estaba pensando.

Mama jamás creería cualquier mentira que yo le dijera. Toda la vida había sido alguien fácil de leer, la hermana transparente que todo le importaba una mierda y por ende, poco me afectaba que la gente supiera mis pensamientos. A excepción de mi relación con Dustin, nunca había sentido la necesidad de mentirle a mi madre. Ella, por sobre toda esa personalidad de mujer loca dominada por el estrés, era una buena mujer que lo único que hacía era preocuparse por su familia. De pequeñas, tanto Chloe como yo entendimos eso, y le hacíamos la vida más fácil. El hecho de que mi mama sabe jodidamente que los peje-lagartos no existen es una clara desventaja para mis excusas no coherentes, pero ni siquiera iba a esforzarme en mentirle, simplemente porque no podría escuchar el tono de decepción en su voz cuando se lo dijera.

Soy una chica dura, gran cosa. Pero odiaba defraudar a la mujer que me dio la vida y me amó.

Otra de las razones, y creo que esta era la más importante, es que esto no es con mamá. Es con mi hermana, a la cual amo, adoro y protejo. Chloe me necesita, incluso aunque no me lo haya dicho claramente, yo lo sé. No es por la mierda de las gemelas, donde nos leemos los pensamientos o sabemos lo que piensa la otra; en la vida real no pasan esas cosas, lamentablemente.

Nos conocemos una a la otra, nuestros sueños, fraudes, delirios, aficiones, secretos… ese siempre había sido nuestra manera correcta de hacer las cosas.

No mentir, ni engañar a tu hermana. Nunca. Jamás.

Así que, cuando mi teléfono sonó y vi que era Chloe, comencé a levantarme mientras contestaba.

— ¿Acaso no sabes que la gente necesita horas de sueño para comenzar su día de buen humor?

La risa melodiosa llegó desde el otro lado de mi teléfono. Ese era más nuestro estilo: ella reía y yo gruñía como una malhumorada 24/7.

— ¿Alguien se despertó del lado equivocado de la cama, Hayley? —Dios mío, cuando ponía ese tono de voz parecía mi madre.

— Chloe, ve al grano si quieres que llegue a tiempo para el almuerzo. —Froté mis ojos y comencé a caminar al baño. El dormitorio de Syd estaba totalmente oscuro, y podía escuchar los ronquidos por parte de Maddie en algún lado del suelo.

— En realidad no te llamé por un asunto en específico…— Sonaba un poco indecisa en seguir hablando.

— ¿Qué pasa? —Cerré la puerta del baño y puse el altavoz mientras abría el grifo para lavarme la cara.

— Estoy nerviosa, Hay. —Tuve la imagen de ella retorciendo sus dedos en su regazo, que es lo que seguramente estaba haciendo en estos momentos.

Guerra de corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora