Hayley
— Maddie, no me hagas hacerlo. —Le advertí seriamente.
— ¡OH, AL DIABLO CON ESTO! —Los cuadernos y fotos de su escritorio volaron por todas partes, formando una mueca en mi cara.
— Madeleine, encuentra tu eje…
— ¡BUSCA EL PUTO EJE TÚ MISMA!
Alguien tocó la puerta.
— ¿QUÉ? —Gritamos ambas con furia.
Una tímida Sydney se asomó por la rendija de la puerta, y automáticamente mi mejor amiga desvió su atención a otra parte.
— Tengo tus apuntes. — Su cabello castaño comenzaba a asomarse a medida que abría con lentitud la puerta de nuestro dormitorio.
— Gracias, Syd. —Le sonreí. Tomé las anotaciones de matemática de la semana pasada, y las dejé lo más lejos posible de la rabiosa Maddie.
— ¿Cómo puedes estar relajada cuando Maddie tiene ataques como estos? Tengo miedo de ella cuando se pone así, parece una de las hermanas Gorgona en trabajo de parto. —Se estremeció, y rodé los ojos.
— Está bien, estás exager…
— HIJOS DE PUTA, MALDITOS MUNDANOS DE MIERDA. MUGGLES.
— Oh, al diablo con esto. — Corrí a mi mesa de noche y tomé la jeringa que guardaba de Maddie. Acto seguido, busqué el sedante, y lo introduje dentro del artefacto.
Dos minutos después, Maddie estaba durmiendo pacíficamente en su cama.
— No puedo creer que un cuerpo tan pequeño cause tantos desastres. — Syd murmuró. Ambas comenzamos a juntas las cosas del suelo que se encontraban esparcidas por todo el espacio.
— Dímelo a mí.
— ¿Por qué fue esta vez? — Preguntó Sydney.
— Lamentablemente, Maddie comprobó por las malas que no importa cuántas veces veas Titanic, Leonardo DiCaprio sigue ahogándose al final de la película.
Mi amiga soltó una risita.
— Las películas tristes no son su fuerte. —Agregué. — Todas terminan en desastres.
— ¿Qué no vio Siempre a tu lado, Hachiko la semana pasada con Jake Harris? No parecía toda loca cuando volvió de su casa. — Frunció el ceño.
— ¿Acaso viste a Jake Harris en la clase de trigonometría ayer?
— Dijeron que estaba en el hospital.
— Exacto. Al parecer el pobre chico insinuó que el perro era un estúpido por no irse a la mierda luego de tanto esperar.
Syd paró de barrer.
— Joder, que estúpido.
— Quiero decir, ¿qué imbécil sin corazón dice eso?
Ambas nos miramos y luego dijimos juntas: — Jake Harris.
— Ahora no me siento tan asustada de Maddie. Puede darle lo que merece a chicos como esos.
— Tuvo lo que merecía y más, créeme. — Tomé un retrato donde aparecíamos mi hermana Chloe y yo en el parque de nuestra casa. Sonreí ante el recuerdo.
— ¿Cómo está tu hermana? — Syd la había adorado automáticamente cuando la conoció. Dijo que ver a alguien genéticamente igual a mí que sonreía dulcemente era una cosa bizarra para sus ojos de mortal. Palabras reales.
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Guerra de corazones rotos
Ficțiune adolescențiDustin Marshall rompió mi corazón, y luego yo masacré el suyo. Pero ahora vino a tomar revancha, dándome donde más me duele... Hayley y Chloe West jamas tuvieron secretos entre sí. Mantener secretos ocultos de personas que amas equivale a herirlas...