Mi abuela paterna nació siendo omega al igual que mi abuela materna, mi padre es omega, y yo por supuesto seré omega, la genética lo dice, ¿no?
Son las leyes de la vida.
Aunque también mi genética dice que puedo nacer alfa, pero eso es rotundamente imposible, cuando mis tres hermanos mayores son todos omegas. Bueno, yo solo quiero encontrar mil pruebas que indiquen que seré un bello y precioso omega y me casaré con un increíble alfa.
Y no sólo yo digo esto, también lo dicen mis cuatro abuelos, mis padres y mis tíos. Cabe destacar que es por mi personalidad serena, dulce y tímida. Mamá siempre dice que los omegas tienen ese tipo de cualidades, contrarias a un alfa, estos son feroces, demandantes, carácter fuerte y dominantes.
Y en verdad, yo de todas estas cualidades dignas de alfa, solo tengo sólo el carácter fuerte, así que de seguro seré un omega poco sumiso.
Estoy en el proceso de que mi lobo interior se despierte, bueno... vengo esperando a que éste suceso ocurrá por cuatro años, cuatro interminables años. He tratado de todo, en serio, busque una «bruja» especialista en que un lobo se despierte, he ingerido cosas sumamente asquerosas y repungnantes y mi maldito lobo sigue en su sueño profundo.
Lo normal es que un lobo se presente a los dieciséis o diecisiete años, pero yo tengo veinte y pronto cumpliré mis veintiuno sin aún haberme presentado.
Quizá soy una espécimen de lobo zero, estos son los lobos que no se presentan a lo largo de su vida y terminan muriendo a los pocos años.
Pero no quiero aquello, quiero que mi lobo despierte, quiero encontrar a mi alfa, quiero conocer mi olor; pero no, mi lobo pareciera estar cansado, sin ganas de levantarse.
Yo, DongHyuck, de diecinueve años de edad, aún no me he presentado.
Patético, ¿no?
La alarma de mi móvil comenzó a sonar, tantee como pude la mesa de luz en busca de este, y al encontrarlo lo apague luego de tocar repetidas veces la pantalla. Voltee mi cuerpo hacia el otro lado, donde estaba la ventana, y observé como la luz matutina amenazaba con entrar por la rencillas de la perciana.
En una variante de pocos segundos estiré mi cuerpo, sintiendo el placer de como mis músculos perdían todo rastro de tensión.
Mi cuarto es lo bastante grande y tiene un baño incluido en este, las paredes son de un verde pastel combinado con decoración gris.
Mi padre toco suavemente la puerta de mi cuarto y le permití el paso a este, traía consigo un té con unas tostadas, el aroma invadió mis fosas nasales, pero su aroma a coco con vainilla no se dejó ganar por el del desayuno.
Mi padre es omega, un orgulloso omega, creo que gracias a el es que deseo también serlo, deseo el poder convertirme en un omega como él.
Mi más grande ejemplo a seguir es mi padre.
Pero no por eso desprecio a mi madre, una alfa digna de cada letra de la palabra. Ambos se conocieron desde jóvenes, siendo mejores amigos por muchos años, mi madre se presentó primero y papá pensaba que ambos serían los perfectos mejores amigos alfas, pero no, el día que el se presentó mi madre estaba en su casa, cosa que su lobo salió a la luz y se apoderó de mi padre, marcándolo ese mismo día. Desde entonces ambos están juntos y son lo bastante felices.
-Buenos días campeón. -Mi padre dejó la bandeja sobre la mesa ratonera de mi cuarto, y se encaminó a mi cama, sentándose junto a mí.
-Hola papá. -Mi voz salió jodidamente dormida, haciendo que este comenzara a reír suavemente.