"Imagina que todo con lo que has soñado durante mucho tiempo se posa ante tus ojos."
❦
Me desperté como cualquier otra mañana.
Mis ojos entreabiertos alcanzaban a ver con un poco de claridad el reloj que colgaba en mi pared.
Un suspiro de satisfacción salio desde lo mas profundo de mi, pues era sábado y no debía madrugar para ir a la Universidad. Me quedé un par de horas más en la cama, disfrutando.
Una vez transcurridas esas horas, me levanté de la cama sin motivación alguna y bajé a comer algo.
Volví a mi cuarto, a esa guarida indomable llena de papeles y lápices, llena de dibujos y teorías.
Siempre me ha gustado la fantasía, me ha interesado desde muy pequeño
ese pequeña parte de nuestra historia donde existieron seres increíbles que a día de hoy ya no están presentes.
Me paso el día investigando y haciendo dibujos de hadas, unicornios, elfos y todo tipo de ser mitológico conocido a día de hoy.
Siempre pienso el cómo tendría que haber sido vivir con esas criaturas, como sería la vida con ellos presentes, ¿Mejor? ¿Peor? Son preguntas que siempre me hago pero nunca me sé responder.
Tras horas y horas encerrado en mi cuarto sin parar de investigar y escribir decidí salir a dar un paseo, no podía seguir aguantando el calor de mi habitación y el agobio que me producía tanto desorden. Me preparé un café para salir a la calle con energía.
Era un día tranquilo, no hacía ni calor ni frío, un clima bastante agradable para salir a dar un paseo.
Miraba a la gente pasear, tan felices, algunos con pareja, otros con perro o solos, pero no parecían desanimados.
Llegué a una zona desierta, nunca pasa nadie por allí, es una especie de bosquecito, los árboles no son muy altos y no hay muchos arbustos, la verdad esque siempre estoy agusto en ese lugar, sin nadie, ni un ruido.
Estaba paseando, habitualmente siempre recorro las mismas zonas, siempre es lo mismo.
De repente escuché el crujir de las hojas caídas de los árboles, rápidamente gire la cabeza hacia abajo para saber que o quién produjo ese ruido.
Una diminuta figura salió corriendo, estaba asustada.
No era un animal, era como un hombre pequeño. Mi mente llena de fantasía sólo podía pensar nada más y nada menos que de algún ser mitológico se trataba, así que decidí ir detrás de él.
Era increíble, cada vez que corría el bosque se hacía mas grande, pero eso era imposible, siempre que he estado he entrado y salido sin problema por cualquier lugar de el bosque, era algo realmente extraño.
Mi mirada no se separaba del pequeño hombre, mi único objetivo era alcanzarlo pero él aceleraba cada vez más.
Llevaba corriendo 30 minutos sin descanso, el bosque no tenía fin, tuve que parar, el hombrecillo seguía como si hubiera empezado, todo daba vueltas, empecé a marearme y finalmente caí al suelo.
No sé cuanto tiempo pasó desde lo ocurrido, pero cuando mia ojos pudieron abrirse, aquel hombre pequeño estaba frente a mi, mirandome con curiosidad, como si fuese algo raro.
— ¡Vaya! Estás vivo.
— Sí. ¿Qué eres? Llevo persiguiendote bastante tiempo.
— Lo sé, estaba huyendo de ti, la reina Otha dice que sois peligrosos, pero me he preocupado al verte caer.
— ¿La reina? - Asintió.
Me levanté del suelo, contemplando todavía aquel hombrecillo, no podía creer lo que estaba viendo, estaba seguro de que era un ser mitológico, estaba delante mío.
— Si quieres me puedes acompañar, pero que no te vean. - Dijo el hombrecillo.
— Está bien. - Respondí asustado y emocionado a la vez.
Comenzamos el camino, y el bosque cada vez se hacia más y más grande, los árboles crecían, los arbustos eran enormes y habían animales muy raros.
— ¿Y dónde vives? - Pregunté.
— Cuando lleguemos lo verás. - Dijo entre risas.
— Está bien.
— Hay mucha gente buena, nos llevamos todos muy bien, somos muchos, y la reina Otha se porta muy bien conmigo.
— ¿Hay más como tú? - Pregunté.
— Claro, muchos más, y no sólo como yo.
Tenía el presentimiento de que algo muy grande se iba a posar ante mis ojos, algo mágico, algo que nunca antes había visto el ser humano.
¿Podré contemplar con mis propios ojos todo lo que he estado imaginando hace años?
