Silencio. Aquello y la tensión en el ambiente eran lo único que se percibía, nadie comentaba algo sobre mis palabras anteriormente dichas, ni siquiera yo me atrevía a decir algo. Todos teníamos claro que decir una sola palabra en ese momento era como intentar caminar en un terreno pantanoso: no sabías cómo resultaría al final, si te hundirías hasta la muerte o si saldrías ileso.
Aunque me encontraba congelada en mi lugar, y con la mirada fija en el cuadro de las Kardashian colgado en la pared frente a mí — aquel que Sydney había recibido por su cumpleaños número dieciocho por parte de una de sus anteriores parejas —, mis manos no dejaban de temblar, y sin importar lo mucho que me esforcé en hablar, mi boca no parecía moverse.
En medio de toda la ansiedad que me provocaba el silencio de mi familia, me llegué a preguntar lo más ridículo que me pude preguntar alguna vez en una situación seria.
"¿Por qué nadie se ha asfixiado mientras besa a Kylie Jenner?"
– Alexandra... – mi madre fue la primera en hablar y en acabar con el incómodo silencio. Quité mi mirada del cuadro para llevarla ahora hasta donde se encontraba ella. – ¿Qué quieres decir con eso? – su aspecto serio se mantuvo intacto mientras pronunciaba cada palabra. Aquel semblante hizo que mis nervios aumentaran — en caso de que fuera posible — en cuestión de segundos.
Lo más espeluznante del asunto no fueron ni sus palabras ni su expresión, fue la manera y el tono en que habló. Podía sentir la decepción, la tristeza e incluso hasta algo de ira mezclada en su pregunta. Por mi mente pasaron miles de comentarios creativos e irónicos que, si la situación fuera otra, los habría dicho sin remordimiento.
– Yo...– Ave María. – Iré a estud—... –
Fui interrumpida por la voz de mi primer hermano mayor, Lucas, avisando a todas las personas dentro de la casa y las que se encontraran en un radio de diez kilómetros, que había llegado.
– ¡MAMÁ! – gritó con toda su fuerza al verla. El resto de nosotros, quedamos con un pequeño zumbido en nuestros oídos.
Con ese timbre de voz pudo ser cantante de ópera, en vez de atleta.
– Pensé que se habían ido de viaje sin mí. Otra vez. – y no era una exageración.
Hubo una época en la que Lucas era muy callado y tranquilo, a tal punto que difícilmente alguien notaba que no estaba. Luego de aquel incidente, que ocurrió antes de un viaje familiar, creo que él se juró a sí mismo volverse ruidoso, para que lo notaran y no se perdiera de otro viaje a Hawái.
Volviendo a la situación actual. Después de que mi hermano cruzara un par de palabras con todos, saludándonos, disculpándose por el pequeño grito y preguntándonos por qué había tanto silencio, este — una vez más — hizo acto de presencia.
Me sentía completamente frustrada por la situación. ¡¿Acaso es tan malo que quiera hacer lo que siempre deseé?! Diablos. De repente, todos se volvieron a verme con expresiones indescifrables. Cubrí mi boca con mis dos manos.
– ¿Lo dije en voz alta? – pregunté, conteniendo por un momento mi respiración.
Sophie movió suavemente su cabeza, confirmando lo que dije. Adam y Aiden colocaron una mano a cada lado de mis hombros, y me dieron un pequeño golpecito.
Alguien por favor máteme.
[ . . . ]
– ¿Estás hablando en serio? –
– ¿Bromearía con algo así? –
– Depende del día. – le dio un sorbo a su soda.
– ¡Audrey, esto es serio! –
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Fraternidad de tatuados
Teen FictionZeta Delta Psi tal vez sea la única fraternidad en todo el mundo, que tiene como principales requisitos para entrar, tener tatuajes y más del cincuenta por ciento de testosterona recorriendo tu cuerpo. Las excepciones no están permitidas bajo ningún...