La historia de cómo cada una de mis sucrettes conocieron a los chicos y se enamoraron de ellos. Algunas de las escenas escenas son idénticas a las del juego
Todos los personajes de CDM pertenecen a Chinomiko y Beemoov.
Los personajes restantes son m...
Era viernes, hoy tenía que quedarme hasta tarde en la escuela. A pesar de no haber golpeado a Amber no pude evitar ser castigada por la directora asi que despues de clases estaba obligada a limpiar y ordenar algunos salones.
La mañana recién empezaba cuando me cruce con la arpia -El golpe ha debido de ser muy fuerte para que Ken salga huyendo ¿no?- dijo. Me limite a ni siquiera contestarle ya que si lo hacía seguramente me saldría de mis casillas. Me senté en uno de los bancos del fondo mientras miraba por la ventana, parece que lloverá. -¡Oh, vaya! ¿vas a llorar? ¿lo echas de menos? Ahora estás sola, no debiste haberlo golpeado- se burlaba junto a sus secuaces.
El profesor las hizo callar para comenzar la clase. Paz por dos horas.
Unos segundos antes de que sonara la campana se escuchó un gran barullo proveniente del pasillo. Si Kentin hubiera estado seguramente habría ido a ver que era tal escándalo.
El aula se había vaciado, estaba completamente sola.
¿Cómo estará Kentin ahora? ¿Me extrañará? ¿Cuando volverá? El uso del teléfono estaba prohibido alli, asi que practicamente estaba incomunicada con él.
El descanso había terminado y debía moverme de aula. Me abrí paso entre la gente cuando sentí un golpe en los pies que me obligó a caer.
-¡Ouch! ¿Pero que...-
Un perro pequeño corría de un lado a otro evitando que lo atrapen. Levantándome del suelo corrí tras el canino. ¿Cómo es posible que un perro sea tan escurridizo como un gato? Luego de un rato me rendí, ni que fuera tan importante.
Cuando me iba acercando a mi siguiente aula lo vi ahí, parado, intentando recuperar el aire. Podría intentarlo una vez más ¿no? Sigilosamente me acerque a él y lo tomé de las patas traseras. Los aplausos fueron inmediatos, ¿Acaso era algún tipo de premio? De un momento a otro la directora estaba parada frente mio.
-Gracias por recuperar a mi pequeño kiki pero eso no quiere decir que te librarás de tu castigo- dijo mientras sacaba al perro de mis manos.
Una vez ya en el aula me encontré con la sorpresa de que había un nuevo profesor. Los alumnos ya estaban en su sitio y no sabía dónde ubicarme hasta que vi una mano moverse desde el otro lado del salón.
-Gracias, no sabía donde sentarme- dije. Era la chica que me había encontrado en el parque -Siento mucho el otro día haber salido corriendo-
-No, está bien, pasaste por mucho en pocos días- sonrió -Por cierto, mi nombre es Fatima-
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-Un gusto Fatima, lamento que tengas que sentarte con una loca como yo-
-no estas loca, solo tienes mucha energía en ti, de ahora en más estate conmigo, te presentaré a buena gente-
La clase transcurrió con tranquilidad y paz. El nuevo profesor, Farrés, enseñaba historia, así que era de esperarse que más de uno se durmiera o se aburriera. En cambio, mi compañera parecía encantada con cada palabra.
-¿te gusta la historia?- pregunte
-Me encanta saber cómo sucedieron las cosas ¿y a ti?-
-prefiero los deportes- conteste
-¡Oh! ¿practicas alguno?-
-por ahora no- desvie la mirada -mi psicóloga cree que pueda hacerme bien para canalizar la ira pero a mi padre no lo cree así-
-¿intentaste hablar con él?
-No es del tipo que escucha a los demás-
-no tienes que hablar si no quieres pero quiero que sepas que puedes confiar en mi, se que soy una extraña para ti ahora pero podemos llegar a ser amigas- me sonrió -¡te invito a almorzar!-
