Prólogo

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"¡Híjole Miguel, ahora sí que te está llevando la verga!". Exclamaba Rosa sin quitarme la mirada de encima haciéndome sentir bastante incómodo.

"¿Estás loca? Baja la voz, no quiero que nadie más se entere". Me levanté de mi silla y me recargué sobre ella con la intención de taparle la boca. Estábamos en un establecimiento público, y lo que menos quería en esos momentos era que alguien más se enterara de nuestra conversación.

"Lo siento, lo siento... pero ¿De qué otra manera quieres que reaccione al saber que mi primo está embarazado?"

"Ay, por el amor de Dios, ya deja de repetirlo". Con una mano en la cabeza me dirigí lentamente a mi silla y me senté de nuevo al otro lado de la mesa para poder hablar mejor con Rosa, la cual aún me miraba fijamente. Y no la culpaba por eso, pues tanto ella como yo sabía que se trataba de un asunto bastante serio.

"¿Y bien? ¿Qué opina él de todo esto?" Me preguntó antes de darle un pequeño sorbo a su taza de café que aún parecía estar bastante caliente.

"¿Quién?"

"Ay, no te me hagas pendejo. Sabes muy bien que hablo de Marco... Ya le dijiste ¿Verdad?"

"Pues, la verdad no."

"¡Miguel!".

"¡Rosa, basta! Sí te comenté esto fué para que me ayudaras, no para que me cermonearas".

"Sí, lo siento... pero me preocupas".

Solté un largo y pesado suspiro con la intención de liberarme de mi estrés, cosa que resultó ser bastante inútil, y acto seguido tomé la mano de mi prima que parecía estar aún más nerviosa que yo.

"Bueno, dale gracias a Dios de que no eres Omega, y que no tienes que lidiar con estas chingaderas ". Solté en un tono bromista para aligerar las cosas a lo que Rosa solamente sonrió.

"Soy Beta Miguel, es casi lo mismo". Aún sin borrar su sonrisa retiró su mano de la mía y volvió a sorber su café. Yo solo la observé.

Pasamos un par de minutos en silencio. Rosa sin dejar de mirarme y yo sumido en mis pensamientos, recriminandome a mí mismo por lo que había hecho, ¿Cómo es que había podido ser tan imbécil? Tenía solamente veintitrés años de edad, estaba en el mejor momento de mi carrera como solista, carrera que probablemente ya había echado a perder por culpa de mi chistecito.

"Bueno, tenemos que buscarle una solución lo más pronto posible". La voz de mi prima me sacó de mis pensamientos nuevamente "Y por solución sabes a lo que me refiero". Ella había girado su mirada hacia mi vientre de una forma algo despectiva, cosa que no me agrado en lo absoluto.

"¿Te refieres al aborto? No lo sé Rosa... no sería capaz". Le respondí a la chica ya un poco incómodo.

"¿Entonces? ¿Qué otra cosa podemos hacer? Miguel, debemos de pensar rápido en algo".

"Creeme que eso hago..."

Nuestro Pequeño Error //Marguel//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora