CAPÍTULO 4 - "Aventura en el McDonald's"
Salir del instituto me hace sentir la persona más feliz del mundo. Corro a toda velocidad hasta que me tropiezo con mis cordones y me caigo de bruces contra la acera.
¡Joder, siempre igual! ¡Qué torpe soy!
Me ato los cordones y miro mi rodilla, que por suerte no ha vuelto a sangrar desde esta mañana. Pienso en cómo explicarles mi día a día a mis padres cuando caigo en la cuenta de que ambos se encuentran trabajando hoy. Genial, otro día sola en casa. Bueno, mejor así.
Me pongo los cascos y me sumerjo como siempre en mi propio mundo, donde solo existe la música y la paz.
Sigo andando sin rumbo, hasta que observo a mi alrededor, me he alejado de casa. Llego hasta una plaza, rodeada por un verde césped y por un bonito parque en el que algunos niños juegan.
Me siento en un banco y miro a los chicos jugar. Son adorables. Me encantan los niños pequeños. Sobre todo los que no lloran. Les tengo un poco de pánico cuando lloran...
Desde que vi en una película de miedo el llanto constante de un bebé, desde que lo escucho, se me queda grabado en la cabeza por días, es horrible.
Me relajo con la música que entra a mis oídos. El viento me acaricia suavemente le pelo... estoy a punto de quedarme dormida, cuando me ruge el estómago. Se me había olvidado comer.
Pensar que tenía que llegar a casa y hacerme el almuerzo, sonaba tan mal, que decidí comprarme un McDonald's.
Leo el cartel de la puerta, decía 'Empujar' y tengo que reflexionar unos segundos para saber si se trata de tirar hacia afuera o hacia dentro. Era hacia dentro obviamente.
Entro finalmente y veo una gran cola de gente. Dios. No tenía ganas de esperar tanto. Así que me colé detrás de un niño pequeño, de unos siete años. Creía que no se había dado cuenta nadie cuando alguien me preguntó amistosamente si me estaba colando. Claro, amistosamente. Nótese la ironía.
- Eh, tú, niñata, ¿te estás colando o qué? - cuestionó un chico que pude examinar de arriba a abajo al girarme. Maldito imbécil. ¡Qué cuerpo tiene este idiota!
Diría que mide metro ochenta. Estaba bien musculado, pero lo justo, como a mí me gustan. Apostaría cualquier cosa a que tenía un culo diez. Pero claro, como lo tenía en frente no podía mirárselo. Me miraba con reproche, casi con odio. Menudo borde de mierda. Tiene el pelo castaño, ligeramente despeinado. Qué cliché. Típico chico sexy que no tiene que peinarse y que aún así se ve perfecto. Qué envidia. Mi pelo siempre es un desastre.
Sigo mirando su rostro. Parece delicado, pero algunos detalles le dan ese aspecto varonil, que lo hace todavía más sexy. Una nariz mediana se halla en la parte central. Justo debajo, unos labios seductores que actualmente estaban fruncidos. ¡Qué boquita, madre mía!
Me doy cuenta de que ya llevo varios minutos admirando su estúpida belleza y me animo a contestarle.
- Mira, idiota de mierda, estabas distraído y ni siquiera estabas en la cola, así que, ¡técnicamente no me he colado! El que estaba despistado eres tú - terminé mi elaborada explicación con una sonrisa burlona.
- ¿Tanto tiempo te ha llevado a contestarme, o es que has estado admirándome? - imitó mi sonrisa burlona, que se volvió a una mueca confusa.
- ¿Eres tonto o qué? Déjame en paz... - casi ni me salían las palabras. Normal, con ese físico intimida a cualquiera.
- ¿Qué te pasa, niñata? ¿Te pongo nerviosa? Suele pasar, pero no te preocupes, por esta vez te dejo colarte y pasar un rato conmigo - me respondió guiñándome un ojo.
Gilipollas. ¿Qué se creía, que por ser un idiota irresistiblemente sexy iba a decir que sí? ¡Pues no! ¡Que le jodan!
- No, gracias por la oferta.
Después, me siguió hablando, pero le ignoré hasta que fue mi turno de pedir. Pagué y me senté. Me encanta la comodidad de estos asientos. Cuando tenga una casa, quiero unos asientos así para la sala de estar.
No recuerdo en el momento en el que me quité los cascos, pero me los vuelvo a poner y empiezo a comer.
Intento comer como una dama que supuestamente soy, pero me es imposible. Normalmente como de una buena manera, pero la comida basura me supera. Cojo la hamburguesa con ambas manos y muerdo con ansias. Seguidamente, se me sale la mayor parte de la lechuga. Joder, es que parece que la gente que trabaja aquí, lo hace sin ganas. Ya no es por mi torpeza, que también, sino que siempre que me compro una hamburguesa se me cae todo. Pues si no quieren el trabajo que lo dejen, que hay mucha gente que lo necesita...
- ¡Joder ya! - grité mientras se me caía toda la comida de la boca.
Mierda, lo había dicho en voz alta, mejor dicho, lo había gritado.
Y eso no era lo peor... un par de ojos curiosos me observaban desde el otro lado de mi mesa.
- ¿Qué coño hacía el chico caliente aquí?
Joder. Había vuelto a hablar en voz alta. Soy gilipollas. Sí. Soy gilipollas.
- Piensas que soy caliente, ¿eh? - me sonríe de la manera más sexy hasta ahora.
- Yo... ehm... no iba a decir eso... el caso es que... ehm... ¿qui-quieres algo?
Dios. Estoy tartamudeando. Aparte de gilipollas, idiota. Qué vergüenza. Mejor ni le miro.
- ¿Cómo te llamas, niñata?
- Mi nombre es Jess, y no soy una niñata, ¡tremendo idiota!
- Bueno, Jess, seguirás siendo mi niñata, te guste o no. Soy Robert...
'Mi niñata' ¿Significa que cree que soy de su propiedad o algo así?
¡Joder! Eso es malo, ¿no? ...
****************
¡Hey! Siento haber tardado tanto en subir, pero es que las vacaciones son fantásticas jajaja. Bueno, espero que lo hayáis disfrutado.
En multimedia tenéis la foto de Robert (David Henrie)
Dicho esto, ¡que tengáis un buen día!
Besos a mis lectores favs <3
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Pringada
Teen Fiction¿Qué hacer cuando todo te sale mal y eres el centro de atención sin querer serlo? Esta es la vida de Jessica Stewart, una chica antisocial que finge y aparenta ser una chica normal, ¿realmente lo es? ¿Es una pringada? Si quieres saber más sobre Jess...