Voy a pasar las mejores vacaciones de mi vida, lo presentí desde que me bajé de mi auto, estas playas normalmente se encuentran vacías y creo que es por eso mismo que me gustaran, amo la tranquilidad, nada de niños gritando y preguntándome si tengo juegos en mi móvil.
Por mi apariencia, parezco el típico chico frío con el cual no puedes entablar una conversación, pero soy más que eso, he sufrido la mayor parte de mi vida por ésta misma razón, a veces los niños pueden ser muy crueles y dejar cicatrices imposibles de borrar en los demás.
Recuerdo a ese par inseparable, se dedicaban a molestar a las niñas y a los niños más indefensos, sobretodo a los que no podían defenderse fácilmente, yo era un niño bastante debilucho, lo admito. Ese. El desnutrido gay que se la pasaba escuchando rock y probablemente cortándose las muñecas a causa de todo lo que tenía que atravesar día tras día.
Mi madre siempre fue dulce conmigo, cada que llegaba de mi colegio, me preguntaba qué cómo estaba, con ella no me guardaba absolutamente nada, pero mi padre... era un borracho asqueroso, recuerdo que me ponía apodos.
Los Lunes era, "marica". Los Martes, "florecita". Los Miércoles era, "putito". Los Jueves era, "fideo". Los Viernes, "puto de mierda". Los Sábados y Domingos se iba por ahí, así que esos días era por fin libre de su maltrato psicológico.
Comenzaba a desarrollarme cada vez más rápido, y como chico de 18 años, tenía mis necesidades. Cualquiera pensaría que sólo era cuestión de tener relaciones sexuales, pero no era sólo eso, tomaba mucho alcohol, de vez en cuando me drogaba, y frecuentaba a muchas fiestas, siempre estaba acompañado de alguien, de una chica o de un chico, dependiendo de cómo me la haya pasado, pero para mí, sólo eran aventuras de una noche, mi personalidad no me permitía ciertas cosas, y agradezco demasiado no crear vínculos demasiado sentimentales con las personas con las que me acosté.
A mis 19, me mudé a un pequeño departamento, desde entonces continua mi vida bastante tranquila.
Sí, le hace falta un poco de alegría pero cuesta demasiado traerla a mi vida, ojalá pueda encontrar a mi alma gemela algún día, tengo 23 años, ¿hasta cuándo voy a seguir dejando pasar el tiempo? Parezco esas niñas que lloran por tener algo, a veces me comporto así, pero es que el deseo de poder sentirme vivo por fin, me hace ver estrellas, ojalá pueda ser feliz.
Me lo merezco después de todo, ¿no? Todos merecemos ser felices, a pesar de que seamos unas mierdas, la felicidad no se le debería negar a ningún ser vivo, aunque, a mi padre sí.
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Vibras de Verano.
RomanceSebastián y Alekssander, dos completos desconocidos que, a causa de un choque de miradas, desatan un gran cambio en sus vidas. El gran choque de personalidades logra un interés por ambas partes, a pesar de tener una escasa diferencia de edad, logra...