Luces en las sombras

Prólogo

Si alguna vez tuvo aprecio por ese planeta, hace mucho le arrebataron ese sentimiento. Aunque reconocía que era bello, La Tierra era un lugar sombrío, un planeta envuelto en una guerra incesante. Lo odiaba. Odiaba a cada uno de los habitantes incapaces de ver más allá del dinero y poder. Odiaba ver como mataban el lugar que le daba sustento y refugio.

Deseaba con todas sus fuerzas volver a su hogar.

Lo admitía, sí, en La Tierra había cosas maravillosas, extraordinarias y bellísimas, y aún mantenía en su memoria el día que conoció a aquella extraña y solitaria criatura. Tan diferente, fuerte y con una forma rara de ver el mundo.

Kenyal apreciaba lo poco humano y vivo que quedaba. Aquellas vistas eran visiones de pasado en su mente. Ese pequeño pueblo que tanto le había quitado y a la vez le había dado.

Si odiaba ese planeta era por ver como lo destruían, como veían que no hacían nada por evitar que algo tan lleno de vida se fuera a la deriva. Por no saber cuidarlo y amarlo.

Pero por otra parte, lo amaba. Su grandeza, su forma de acoger a cada criatura, de protegerlas aunque no se lo merecieran. Sus cielos azules y aguas cristalinas.

Aquel día no contaba con un inesperado encuentro. Una cortejana de las ninfas. Aún podía notar el sabor amargo y dulce de su primer encuentro hacia ya tantas décadas. No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

-No duraré mucho por aquí. Tan sólo tengo que volver a encontrarlo.

-¿Acaso lo perdiste?

En sus ojos aparecieron una sombra, dilatando levemente sus pupilas. Pena, dolor y rabia era lo que Sine pudo observar en Kenyal durante unos breves segundos.

-Sí... en realidad, no sé cuanto tiempo ha pasado desde entonces. Pero tengo que buscarlo.