Prefacio

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Galícia 2 de septiembre de 1945

Catuxa .....Catuxa Losada Bustelo.... Ella fue una de las 12 únicas personas a parte de mis padres que fueron verdad en aquellos años. Es más toda la gente que me quiso conocer como persona  y que no se acercó a mi por intereses de la guerra, llegó a mi vida en el momento en que yo llegué a España. De hecho me atrevería a decir que Catuxa, Raúl,  Santiago, Javier  y los otros que conocí en España  y que me brindaron su amistad, junto con mi familia, han sido de las pocas cosas que tuve en mi vida. ¿Quién me iba a decir a mi que a pesar de que los motivos por los que fui España, que  fueron básicamente espionaje y interés propio, me acabarían marcando de ese modo?

Ahora que todo había terminado y me habían dado la oportunidad de hacerlo, me tocaba elegir.. ¿Qué debía hacer? ¿seguir actuando como la mujer déspota, interesada y fría en la que poco a poco me había ido convirtiendo desde que empezó la guerra? ¿quedarme con Catuxa y su padre Lois y afrontar juntos las consecuencias de nuestros errores? ¿Ofrecerles a Catuxa y a su padre una nueva identidad por si la España opresora de los años 40  tomaba represalias contra ellos?

Eran demasiadas preguntas las que se agolpaban en mi cabeza y hacía muchos años que yo ya no decidía por mí misma por causa de mi trabajo. Pero incluso decidiendo por mi misma y no como espía, me pondría en peligro una vez más.

Pero,  para entender como una persona como yo termina siendo espía y viviendo tan lejos de su Londres natal, hace falta retroceder hasta los días entre  el 5 de septiembre de 1939; casi seis años antes, cuando yo llevaba una vida normal y cierto hecho me la cambió para siempre 

Marineras de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora