Capítulo 1

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[Mackenzee]

 - Pero no quiero que vayas… - empezó Ross.

 “Ya estamos”, pensé, a la vez que alzaba una ceja y le miraba seria. 

 - Sola… - acabó la frase, haciendo pucheros.

 - Pero por qué? No lo entiendo. Tú vas a estar ocupado. Y simplemente no quiero estar fuera del estudio esperándote aburrida mientras tú grabas– dije, a la vez que me cruzaba de brazos.

 - Mac, vamos, ven conmigo. Puedes estar dentro si quieres – insistió otra vez.

 Ahí estaba de nuevo su cara de cachorrito. Él sabía perfectamente que me costaba resistirme a ella. Pero hoy no iba a dejarme ganar.

 - ¡No pongas esa cara! No voy a ir al estudio para ver cómo coqueteas con La…

 - No coqueteo con ella, sinó Austin con Ally – me cortó para corregirme - no seas celosa.

 - ¡No soy celosa! Da lo mismo… - quería acabar con la discusión de una vez -  te quedas más tranquilo si le pregunto a uno de tus hermanos si quiere venir? – dije, a la vez que agarraba mi equipo de surf y lo metía en la mochila.

 - Sí… - dijo, rindiéndose - aunque quisiera ser yo el que te acompañara – añadió con algo de tristeza.

 - Oh, ¡vamos! Habrá miles de oportunidades más – dije, saliendo de la habitación de Ross y dirigiéndome al salón.

 Riker y Rocky hablaban con Ellington por Skype. Parecía mentira; se habían visto el día anterior, y Ell iba a venir a casa a cenar esa noche, pero se pasaban el día hablando. Nunca iba a dejar de sorprenderme lo unidos que estaban los chicos; pero tampoco era yo nadie para opinar. A mi me trataban igual. Tanto que parecía que vivía con ellos, y me pasaba más rato en casa de los Lynch que en la mía. 

 Opté por preguntar primero a Rydel, la hermana mayor de Ross. No es que no quisiera ir con los chicos, pero desde hacía un tiempo me llevaba especialmente bien con ella. Cosas de chicas, supongo. 

 Entré en su habitación y la encontré entre un montón de papeles y mirando continuamente el monitor de su ordenador Mac y la pantalla de su iPhone. 

 - Rydel, ¿te vienes? – pregunté, señalando la tabla.

 - ¡Oh Mac! ¡Qué susto! - la había sorprendido - esto… me encantaría, lo sabes, pero hoy no puedo. Tengo todo esto por hacer y organizar, y a toda esta gente por saber si van a venir o no – dijo, mostrándome una lista de unas 20 personas – lo siento. Pero pregunta a los demás, estoy segura de que alguno irá contigo.

 Hice una mueca y asentí con la cabeza. ¿Pero qué le pasaba a todo el mundo hoy? Con lo surferos que eran todos y ninguno quería venir conmigo.

 - Nos vemos para cenar igualmente, ¿verdad? - preguntó, sin tan siquiera mirarme, a la vez que contestaba un Whatsapp con una gran sonrisa.

 Seguramente era Ellington, porque ya no oía a los chicos con el Skype, y su sonrisa no era la de “he recibido un Whatsapp cualquiera”. Desde que habían dado a conocer su relación, lo suyo era una constante muestra de cariño. Dentro, y fuera de la casa. Y debo reconocer que me molestaba un poco…no podía evitar sentir envidia. 

 - Sí, supongo - dije, ya dirigiéndome al salón. Allí seguían Riker y Rocky, ahora con una guitarra y el teclado de su hermana.

 - Chicos, ¿os apetece ir a coger unas olas? - pregunté sin prestar demasiada atención a lo que hacían. Era bastante normal en esa casa verles con los instrumentos.

 - Ehhh… no creo que hoy sea muy buen día para surfear - dijo Riker, a la vez que afinaba la guitarra Fender de su hermano.

 - Sí, Mac, Riker tiene razón. ¿Por qué no te quedas con nosotros y nos ayudas con la última canción? - añadió Rocky, alzando una libreta roída por la cantidad de veces hojeada y utilizada entre los dos.

 - ¿¿Os habéis puesto de acuerdo todos con Ross?? - pregunté, molesta.

 Me empezaba a mosquear la situación. Nunca ninguno de los Lynch me había dicho “no” a salir a surfear.

 - Pues voy a ir. Sola o acompañada - declaré, finalmente.

 Me giré, dispuesta a salir por la puerta principal y me topé con quien menos esperaba. Mark, el patriarca de la familia, con los brazos cruzados. Parecía que llevaba ahí un buen rato.

 - Dónde vais? - dijo con una sonrisa en los labios.

 - A la playa - dije moviendo un poco la tabla. Era bastante obvio dónde iba.

 - ¿Sola? ¿Con el temporal que hay? esta vez no me lo preguntó a mi, sinó que miraba directamente a sus hijos, que seguían en la misma posición que antes.

 - No… no, no, no! - se dio prisa a responder Riker, soltando la guitarra - nosotros también vamos, ¿verdad, Rocky? - me pasó un brazo por los hombros y sonrió como un buen niño.

 - Pero… - Rocky miró a su hermano sin entender nada - ¿no hemos quedado en que se iba ella sola?

 Mark les miró sospechosamente, pero relajó los brazos y se dirigió a la cocina. 

 - ¡Genial! Pasadlo bien, entonces. Yo llevaré a Ross al estudio 5, si queréis pasaos luego - dijo, y desapareció tras las puertas dobles de la cocina. 

 Los tres nos quedamos mirando las puertas hasta que dejaron de moverse. A Mark nunca le había gustado que fuésemos solos a surfear cuando había temporal. Pero ese día necesitaba ir, y con tanto viento las olas debían ser perfectas.

 - A ver, que me aclare… ¿entonces os venís? - dije, girándome hacia ellos. 

 Sabía que habían accedido sólo para que Mark no dijese nada.

 - Claro, aunque sólo surfearás tú. Lo que íbamos a hacer aquí lo podemos hacer en la playa. Y así papá y tu marido estarán más tranquilos - contestó el mayor, a la vez que guardaba la preciosa guitarra de Rocky en su respectivo estuche.

 - No es mi marido - dije, sacándoles la lengua. 

 - Pues lo parece. Discutís como una pareja de cincuentones - rió Rocky. 

 - Bueno, ¿nos vamos o no? - dije, ignorando su comentario - aunque puedo ir sola perfectamente. No hace falta que vayáis conmigo a todas partes.

 Desde que terminaron la última gira no me dejaban sola ni a sol ni a sombra. Siempre iba acompañada de alguno de la familia. No me quejaba, pero a veces era algo molesto. Y eso era sólo una pequeña parte de lo que conllevaba tener una relación con Ross. 

Cuándo habíamos empezado a salir, los dos teníamos 14 años e íbamos a la escuela The Rage. Éramos unos niños. Pero cuando empezaron a hacerse conocidos y a tener fans, acordamos que fuese una relación encubierta. Supongo que nuestras familias pensaron que era lo mejor. No querían que las fans me cogieran manía y me odiasen. El fenómeno fan era cada vez más grande, y las fans hacían de todo cuando estaban celosas. 

 El tiempo había ido pasando, y solamente su familia (contando a Ellington), la mía y las respectivas parejas de Rocky y Ryland (Alexa y Savannah) lo sabían. De cara al resto del mundo, no era más que la mejor amiga de Ross, y mantener esa mentira de cara al publico muchas veces nos costaba lo nuestro. De hecho ya había recibido algunos mensajes amenazantes por parte de algunas fans que sospechaban. Al menos el hecho de llevar juntos tantos años sin mostrar muestras de afecto en público habían hecho más creíble esa coartada.  

Meant To BeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora