[Katie]
Cuando llegué a casa, acalorada por las prisas, me encontré con un coche que no conocía aparcado junto a la puerta, que estaba abierta de par en par. Dejé la tabla en la entrada y entré.
- ¡Kat! ¡Por fin estás aquí! - dijo una de mis compañeras de piso - por cierto, ¿y esas pintas?
- Sí, bueno… es que vengo de sur..
- Lo que sea - me cortó - he recogido algunas de tus cosas. Ya sabes, lo que tenías en la nevera y armarios de la cocina… - decía moviendo sus manos con las uñas perfectamente arregladas - lo tienes todo en las bolsas que hay ahí - señaló dos bolsas medio vacías en el suelo - y lo que tenías en el baño está encima de tu cama. Debes recoger todo lo de tu habitación y… bueno.. irte. Gianina ya está aquí para entrar a vivir.
- Perdona, ¿quién? - dije, sin entender nada de lo que me estaba diciendo.
- Gianina se ha adelantado, íbamos a decírtelo, pero como nunca estás en casa…
¿Que yo no estaba en casa?, si eran ellas las que salían pronto y volvían tarde.
- ¡¿Quién demonios es Gianina?! - pregunté, ya mosqueada.
- Además - continuó hablando, e ignorándome completamente - Katia, llevas retraso con el pago de tu parte del alquiler, y Gianina nos ha pagado 3 meses de adelanto - dijo con una gran sonrisa en la cara.
Y lo entendí todo. Como no había pagado el alquiler, se habían buscado otra inquilina. Y en lugar de avisarme con antelación, como haría cualquier persona NORMAL, la tal Gianina se presentó y yo debía recoger mis cosas y largarme. Y encima, Gianina es mucho más difícil de pronunciar que Katie, pero Ana parecía hasta italiana al decirlo. Yo seguía siendo Katia, Kat, Kate…
- En fin, recoge todas tus cosas, sí? - dijo, moviendo el brazo planteándose si poner su mano “amigablemente” en mi hombro. Pero se lo pensó antes de llegar a hacerlo - y haz algo con tu pelo, Kata, en serio.
- Te lo he dicho, vengo de la playa y...ugh, olvídalo. Voy a darme una ducha y me iré - dije, sin saber realmente dónde iba a ir.
- No puedes. Ya no eres beneficiaria de las instalaciones de la casa - dijo, dándose la vuelta para irse.
- ¿Lo dices en serio? - pregunté, incrédula.
- Gianina regresa en 2 horas, y tu ya no debes estar aquí - me ignoró otra vez - así que dáte prisa en recoger tus trastos.
Se sentó en el sofá y cogió su viejo iPad, metido en una funda de brillantitos rosas para que no se notara que era de los primeros que habían salido. Para ella, yo ya no estaba ahí.
- ¿Y dónde se supone que voy a ir? - pregunté, maldiciendo el momento en el que decidí compartir casa sin contrato.
- ¿Tengo pinta de trabajadora social? - contestó, sin apartar la vista de la tableta.
Me giré y recogí como pude las dos bolsas para ir a la que era mi habitación, aunque fuera por poco rato. Reprimí las lágrimas de rabia. No iba a dejar que Ana me viese llorar.
Cuando entré no me lo podía creer. Ana no sólo había recogido mis cosas de la cocina, sinó que había deshecho mi cama y las sábanas estaban en el suelo, junto con mis cosas del baño. Algunos de los dibujos que tenía colgados en el corcho estaban junto a mis libros y portátil encima de mis maletas. ¿Las había sacado ella del armario? ¿Doña “no toques mis cosas que las estropeas” se había metido en mi habitación para “recoger” mis cosas? No me lo podía creer. Ya no tenía intimidad, ni habitación, ni siquiera techo.