LA BOMBA C
1.
— ¡Acaso la idiotez no tiene límites en ti! —Gritó con furia Hone Hallawer, doctor y jefe de investigación en Ciencias Avanzadas de Naramen, encargado de los laboratorios de la ciudad, uno de los más afamados científicos de Kiarán.
La razón, Mayro, uno de sus asistentes en el centro de investigación Dugoll, ha dejado caer un molde para bombas C, el modelo afortunadamente estaba vacío. No es para menos, es el invento del siglo, quizás del último milenio, incluso de la historia, y un aprendiz nuevo, además de torpe, asignado por el gobierno, dejo caer al suelo, sin intención de su parte, o al menos eso cree el científico, el frasco de titanio reforzado con un peso aproximado de veinte kilos.
—No hay problema, solo quedo abollado por el exterior, un par de martillazos y queda listo. —Expresó el muchacho, aliviado al comprobar el buen estado del artefacto.
El viejo Hallawer, un sujeto de cabello blanco, algo escaso y bastante desalineado, nunca ha sido muy generoso en dar el beneficio de la duda a sus coterráneos, en especial a los de una edad menor a la suya, por lo cual verifica por sí mismo si en verdad el ejemplar metálico no ha sufrido algún desperfecto. Ninguno, según ha comprobó con su penetrante vista ampliada por unos lentes gruesos que rayan en lo absurdo, confirmando el diagnóstico con su equipo sensor para llegar a aquellas partes donde no alcanzaba su aguda visión. Aun cuando no ocurrió una desgracia, lo más seguro es que al aprendiz le caerían los rayos y truenos en un día soleado. Hallawer es un perfeccionista y poco creyente del buen trato.
Por su parte, Mayro agradece el final de otro día más de trabajo, apenas lleva unos meses con Hallawer, pero por la tensión sufrida parecen ser siglos. Al final, poco o nada puede hacer, necesitaba estar allí, el gobierno lo asignó en ese trabajo cuando miles llenaron sus solicitudes, cumpliendo los requisitos para el puesto, mientras él, un muchacho kiarano, sin profesión fija en la última década, no llenaba las expectativas. Pero los altos mandos lo han colocado en ese lugar y cuando eso sucede, el elegido debe quedarse allí, le gustara o no, tanto al él como al científico.
Al menos ese es su consuelo, según las palabras de sus pocas amistades logradas en el centro Dugoll. Sin embargo, para un amante de los paisajes naturales, quien aguanta la tecnología a regañadientes, estar allí, entre miles de pipetas, probetas, artefactos completamente automáticos, los laboratorios representan un verdadero infierno.
No sabe de ciencias aplicadas, incluso es poca su experiencia como técnico, está allí por decisión política. Por una burocrática bendición de la vida, Mayro no puede ser despedido, al menos que renuncie al trabajo y el aprendiz no está dispuesto a rendirse, no todavía. Esto obliga a Hallawer a tragarse su orgullo, rascar su escasa cabellera, fingiendo estar satisfecho con el joven para agradar a su ángel protector, el Alto Comité de Asuntos Civiles, quien es el ente encargado de asignar los presupuestos a los proyectos de investigación, siendo el suyo uno bastante oneroso, según la poca favorable opinión pública.
2.
Una semana ha pasado desde entonces, Mayro ha terminado otro día más de faena penosamente librada, es la hora del regreso a casa, no sin antes recibir su acostumbrada cena, un sermón de Hallawer o de los inspectores de rendimiento del laboratorio. Una media hora en la cual se discuten las quejas y sugerencias para mejorar los métodos de trabajo, media hora donde su nombre, como siempre, saldrá bailando.
El doctor Hallawer lo llevo consigo a su oficina para una charla de confianza, apartando al pobre Mayro del resto de su grupo mientras los directores de ensamble se encargan del personal por ese día. Para su sorpresa, no entraron a la oficina principal, Hallawer guió al muchacho a una pieza privada, un lugar exigido por capricho, concedido por su reputación de hombre de ciencias, y un lugar donde nadie, a excepción suya, puede ingresar sin su consentimiento.
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Kiarán 2: Del Imperio a la Confederacion
Science FictionLa guerra civil ha terminado, y los kiaranos, una avanzada civilizacion que se considera a si misma los guardianes de la creación, se preparan para expandir su influencia hasta los confines del universo. Su meta, unir a todas las razas y civilizacio...