Prologo

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Sueños incomprendidos.

Esta mañana, justo al despertar, creí haber divisado entre mí alcoba, aquélla espectral y mística sombra sentada en la esquina de mí cama, observándome como dormía, pero, tan pronto como reaccioné, me he dado cuenta de que no era más que aquél triste y sombrío recuerdo que aún invade mis pensamientos cada mañana. Con dureza y estupefacta nostalgia me pregunté: -¿Por qué, esta espectral y mística sombra continúa invadiendo mi mente, mis pensamientos, mis deseos, que será lo que busca o que es lo que quiere de mí? Pasé preguntándome dentro de mi mente esto una y otra vez, casi todo el día, pero, sin hallar respuesta alguna. Al cabo de unas cuantas horas de hacer los quehaceres diarios, recibí una llamada de una dama con un tono de voz suave y hermosa que necesitaba de mí visita, de inmediato fui a atender su caso. Era un caso muy curioso, porque al llegar, noté en aquella hermosa dama, que era un tanto parecida a la espectral sombra que me invadía. Enseguida noté que en su apariencia era una dama muy joven, de una estatura promedia, con unos ojos claros y dulces que asemejaban la miel, su largo cabello era lacio y castaño como una hoja en otoño, su color de piel era pálido con sus mejillas coloradas como una rosa. De repente refiriéndose hacia mí con un tono de voz muy agradable, algo dulce y melódica me dijo: -Dereck, ¡te estaba esperando! Sorpresivamente y entusiasmado respondí: -¿Cómo sabes mí nombre? Ella se volteo cruel y dramáticamente dirimiéndose hacía mí con una estupefacta sonrisa y un poco molesta me dijo: -¡Mejor márchate ahora mismo! Así mismo, cuando le escuché decir esto, enseguida me retiré de la habitación, y de fondo escuché aquella dulce y melódica voz que susurró: -¡estaré esperando por ti! Un poco más tarde, de camino hacía mí casa, estuve pensando en esa misteriosa joven, y me pregunté: -¿Quién era ella?, y ¿Cómo sabía mí nombré? Pasé pensando en esto durante todo el camino. Al llegar a mí casa, noté que me encontraba un tanto asustado, mi piel estaba erizada y mis manos temblaban, de repente el teléfono sonó, con gran temor retrocedí, sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo de una manera terrorífica, de ese tipo como cuando sientes temor, y todo tu cuerpo se pone a temblar, me quedé paralizado en ese preciso momento, pero, tan pronto como escuché el sonido del teléfono replicar de nuevo, me incorporé de regreso a la realidad e inmediatamente atendí la llamada, algo temeroso y con una voz frágil y un poco temblorosa dije: -¡buenas tardes! ¿Con quién tengo el gusto? Pero nadie contestó a mí pregunta, inmediatamente un poco enojado repetí: -¿Con quién tengo el gusto? Pero de nuevo nadie contestó a mí pregunta, al cabo de unos segundos, algo furioso colgué el teléfono; con una nostálgica voz algo atormentado me pregunté: -¿Quién me habrá llamado? Repentinamente me pregunté con una voz temblorosa y quebradiza: ¿Quién era aquella joven, y por qué... Por qué me hizo asistirla y luego me pidió marcharme?

...

Unas cuantas horas después, más tranquilo me he tomado unas píldoras y me he dispuesto a ir a la cama esperando tener una tranquila y confortable noche de sueño, con un profundo deseo de tranquilidad, aunque sea solo por una noche, después de estos días que he pasado tanto con asuntos personales, como los de mis pacientes, descansar un poco es lo que más deseo.

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora