Era un 25 de Noviembre del año 1990. El invierno era algo cotidiano para las personas neoyorquinas. Todos iban de aquí para allá. Haciendo sus cosas rutinarias. Parecía que todo era monótono y simple. Nada parecía ser diferente. El simple hecho de levantarse temprano para ir a trabajar, era un logro que muchos trataban de realizar diariamente.
Un taxi amarillo, de la marca Ford Crown Victoria, se estacionaba enfrente a un edificio. Una mujer de unos 28 años, salía de este. El cabello suelto, de color negro/rojizo, con su chaqueta roja, blusa roja, un par de botas negras, y una mirada que denotaba tranquilidad y valentía.
Su nombre era Wanda Maximoff, hija de un importante fiscal llamado Stephen Strange.
Ella se dispuso a darle dinero al taxi, dándole las gracias por haberla traído hasta su lugar de destino. Ella suspiró, y cruzó la calle, que siempre estaba repleta de gente caminando de un lado al otro.
Ella era una mujer muy segura de si misma. Jamás dejaba que nadie la oprimiera. Rasgo que heredó de su madre ya fallecida. Wanda se subió a un elevador, algo lleno de gente, conocida del trabajo, y otras desconocidas, pero como siempre era ella amable, saludaba a todos. Sin importar quien fuera. Llegando ella a su piso, salió del elevador, no sin antes desearles unos "Buenos días" a la gente que estaba con ella.
Su piso donde estaba su trabajo era cálido. Lleno de luces y murmullos de gente que andaba trabajando o simplemente contando cosas comunes. Ella pasó por la recepción, deseándole también unos "Buenos días" a la recepcionista, que solo le dedicó una pequeña sonrisa agradable. Wanda se seguía paseando por los pasillos, veía a compañeros de trabajando hablando de proyectos o trabajos en equipo. Todo lo normal para ella.
En eso, un hombre de 38 años llamado James Rupert Rhodes se acerca a ella y le dice en tono sarcástico:
_Wanda, no olvides la conferencia a las 3. -le replicó Sam con un tono amigable-
_Jajaja, ahí estaré -le responde alegremente Wanda mientras se aleja de él.-
Se oían pasos de gente caminar en los pasillos de su oficina. Teléfonos sonando a todas horas. Gente pidiendo citas, arreglando conferencias. Todo aparentemente cotidiano a las 7 de la mañana.
Wanda llegó a un despacho. La puerta estaba cerrada y ella la abrió tranquilamente.
_Hola Pepper -dijo Wanda muy relajada y sonriente-
_Hola -le respondió alegremente la chica Pepper a la vez que veía unas cosas en su PC y otras en su agenda-
En eso, Wanda se acerca a un hombre de mayor edad. Aproximadamente de unos 48 años de edad. El estaba hablando por teléfono.
_Hablaremos de eso cuando te vea, quiero que...¡Wanda! -dice tranquilamente Stephen y con una sonrisa mientras se percata de la presencia de su hija Wanda-
_Hola papá -le responde jovialmente ella mientras se acerca a su padre-
_Sam, te llamaré después -dice con tranquilidad Stephen mientras termina de hablar por teléfono.-
Wanda se sienta enfrente del escritorio donde está sentado su padre esperando a que termine de hablar.
_Samuel Thomas, viene de Atlanta hoy. ¿Cenarás con nosotros? -le pregunta Stephen a su hija Wanda-
Wanda solo sonrió nerviosamente a la vez que se acomoda en la silla.
_Lo siento papá. Clint Barton da una fiesta para los arquitectos de su proyecto, otra excusa para poder adular a los oficiales. -le responde nerviosamente mientras lo mira esperando respuesta-
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// The Beauty and the Beast
RomanceEra un día como cualquier otro en la Ciudad de Nueva York. Para Wanda Maximoff, ser una abogada que trabaja en el despacho de su padre, no era cosa sencilla. Solo que el destino cambiará su vida, al estar ella una noche en peligro, al borde de la mu...