II

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Una noche en la Seung se encontraba echado en la hierba, lamentando la muerte de su amado, lo cual despertó el interés de un hechicero de las montañas.

El anciano solía recorrer el cementerio de noche, buscando plantas que solo crecían en suelo sagrado y que necesitaba para elaborar poderosas pociones. Al ver al joven noble tendido a los pies de una tumba, la curiosidad lo hizo acercarse.

-¿Qué haces llorando por algo que ya no es más que huesos, nervios y venas?- Innumerables naciones y hasta mundos enteros han caído y nadie se ha lamentado por ellos. Entonces ,¿Por qué derramas lagrimas por una criatura nacida del polvo, tan frágil como tú mismo?

-Es cierto que siendo de barro lloro a mi compañero de barro- replico el joven- pero este barro está impregnado de un fuego, una esencia que ninguno de los elementos de la creación posee. Ese fuego es aquel al que llamamos amor.

-¿La van a despertar tus lamentos acaso?

-¡Tienes un corazón de piedra y no sabes lo que es el amor! - le increpo Seung- ¡Ojala mis lágrimas pudieran despertarlo de ese sueño mortal.

-Insensato ¿Crees que podrías mirar sin temblar de miedo a un ser salido de la tumba?No quiero tentarte devolviéndotelo de entre los muertos solo para que compruebes que lo que te digo es cierto.

-¿Qué has dicho? ¿Devolvérmelo?- pregunto Seung con emoción – Si realmente eres capaz escucha mis ruegos. Devuélveme a mi amado y más tarde comprenderás que ha sido lo correcto y has hecho una buena acción.

-¡Una buena acción!- replico el hechicero con una sonrisa de desprecio- Para mí no existe el bien o el mal muchacho. Está en mí poder devolvértelo pero tienes que pensar que es lo que te conviene.

Seung quiso hablar y suplicarle nuevamente al hechicero, pero el anciano lo interrumpió y lo previno una vez más:

-Piénsalo bien y nos veremos mañana a la medianoche para que me des tu respuesta. Pero recuerda mi advertencia: No despiertes a los muertos...

Luego de decir aquellas palabras el misterioso anciano desapareció. Seung regreso a su casa, pero no pudo dormir pensando en la vaga esperanza que le había dado aquel viejo. Se pasó toda la noche imaginando una infinidad de posibilidades futuras con su difunto esposo.

La idea de verlo otra vez, tenerlo nuevamente entre sus brazos, contemplar de día su piel radiante y de noche descansar sobre su pecho. Tantos felices recuerdos cruzaban por su cabeza que no se detuvo ni un momento sobre la advertencia que había recibido.

El día pasó rápido y cuando se dio cuenta, la medianoche llego nuevamente. Seung apuro el paso hacia el cementerio para reunirse con el hechicero y allí lo encontró, como habían quedado. El anciano estaba de pie junto a la sepultura de su amado Ji Yong.

-¿Lo has meditado bien?- le pregunto apenas vio que el joven caminaba hacia él.

-¡Devuélveme el objeto de mi pasión! – Exclamo con impaciencia- no demores tu buena acción, no vaya hacer que yo muera esta noche de impaciencia y no lo pueda contemplar una vez más.

-Bien- contesto el anciano- vuelve aquí mañana a la misma hora. Pero una vez más te repito mi advertencia: No despiertes a los muertos...

No Despiertes a los Muertos (Gtop)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora