Pensamiento #50

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Viví en carne propia el despecho y te juro que fue horrible, lento y doloroso. Sin embargo, conforme pasaban los meses ya no dolía tanto, me iba acostumbrando a estar sin ti, a no escuchar tu voz, a no sentir tus brazos y escuchar tus palabras. 

Comprendí que la sanación llega sola y que la cura para los corazones rotos es el tiempo. 

  — Noe 

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