Prológo

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Mi vida había cambiado de un día a otro y no sabía el porqué, no es tampoco que me encantar la vida que llevaba, si no que me había acostumbrado, y todo había sido muy radical.
Desde pequeña,siempre me habían tratado diferente los otros niños, siempre fui una persona de pocas palabras y casi nunca me invitaban a jugar, pero cuando me invitaban, prefería 100 veces más ir a leer que salir a jugar, a la larga eso me había traído problemas en la escuela, constantes burlas y bromas hacia mi, yo nunca le hacía nada a nadie, no sé por qué me trataban así, mi madre siempre fue la columna que me respaldaba cuando me deprimía, ella siempre estaba ahí, cuando necesitaba un abrazo, si era necesario lloraría con ella todo el día mientras veíamos su película favorita y le gritábamos a la tele porque el protagonista moría. Esos eran los días más felices de mi vida, hasta que llegó el parasito.
Tenía 12 años cuando mi madre fue diagnosticada con purpurina trombocitopedica inmune, yo no sabía que eso se llevaría a mi madre lejos de mi, los primeros meses no era tan malo, aguantaba las constantes burlas de mi escuela para llegar a mi casa y pasar todo el día con mi mamá, pero poco a poco mi mamá empeoraba, mi padre decidió aparecer después de tantos meses sin verlo para llevarla a una clínica especializada, yo siempre me mantenía junto a mi padre no me gustaba estar sola y a él no le gustaba mi compañía por lo que siempre se alejaba pero yo no lo comprendía, quería tener a alguien que me dijera que todo iba a estar bien, eso nunca pasó.
Cuando cumplí 13 años mi vida había dado un giro completamente diferente a mi vida, me había mudado con mi padre, me iva sola de mi casa al hospital y de regreso, él nunca estaba en la casa por lo que yo me tenía que hacer cargo de mi, me pasaba todas las tardes alado de mi mamá, hablando acerca de todo y nada, riendo, llorando, mi mundo era mi mamá, en la escuela los niños ya no me molestaban pero tampoco me hablaban, no era algo que me molestara, yo entendía que no era la mejor niña.
El verano de mis 13 años lloraba junto a la tumba de mi madre, se había ido tan rápido, estaba mejorando pero ya estaba muy cansada de tanto tratamiento y al final se dio por vencida. Nunca me enoje con ella, la comprendía completamente era muy doloroso ver cómo poco a poco iba muriendo, me despedí de ella.
Después de ese Suceso,  mi padre seguía sin aparecerse en casa por meses y me tenía que hacer cargo de mi, nunca había tenido problemas en eso, yo era un fantasma que iva de un lado a otro, en la escuela siempre veía a los niños con amigos y por una vez en mi vida desee no estar más sola, sin mi mamá, ya no tenía a nadie.
En el verano de mis 16, descubrí que no era normal y tenía habilidades extraordinarias, ocurrió cuando una mañana me había levantado con todas las cosas a mi alrededor flotando, recuerdo estar tan espantada, después de eso me recluí más en mi recámara donde podía leer y olvidar que era alguien totalmente diferente a los demás, había días buenos en los que podía controlarme, había días malos en lo que todo flotaba y se rompía, lo único que me quedaba era recluirme en una esquina llorando, esperando que eso pasara rápido.
Hasta que la conocí, llegue de la escuela encontrando la puerta de la casa abierta cosa que me extrañó, cuando entre observe a mi padre sentado frente a una señora, ambos me voltearon a ver, estaba confundida que era lo que había pasado, mi padre se levanto y retiro de la sala dejándome con la mujer, se levanto acercándose a mi, tomó mis manos y al momento mis manos empezaron a brillar, no podía entender que era lo que estaba pasando.
-Mía es hora de que regreses a casa.
Yo no podía hablar no entendía a que se refería.
- Tú eres mi hija, una Kelly, tus poderes ya deben estar en tí, tienes que venir conmigo.
No entendía nada, era adoptada, mi madre porque nunca me lo dijo, ¿Qué era una Kelly? Tener que irme con esa señora. Corrí hacia el despacho de mi padre en busca de respuestas y después de tantos años, él habló conmigo.
-Ella es tu verdadera madre, Isabell te adopto hace unos años sin saber que te habían robado de tu madre, tu verdadera madre te encontró deberías ir con ella.
Como mi vida que creía extraña había empeorado, tenía que irme con una extraña, mis padres no eran mis verdaderos padres.
La mujer apareció en la puerta, me tenía que ir con ella mi padre ya no me quería más en esa casa, subí a mi recámara a guardar mis cosas y sin darme cuenta empeze a llorar todo empezó a flotar y quebrarse, me puse en la esquina esperando que todo pasará, sentí unos brazos a mi alrededor mientras me decía que todo estaba bien, poco a poco se dejó de escuchar todos los ruidos y cuando abrí los ojos la mujer me estaba abrazando, me ayudó a guardar mis cosas, llevándome unas fotos de mi mamá, mi padre no se quejó ni despidió de mí, y yo lo único en que podía pensar. Es que nunca me había imaginado que tomaría ese rumbo.

Cambio radicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora