Mi buen amigo YoonGi

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Hace tiempo se encontraba en una isla, en un sueño y simplemente pasaba por su cabeza lo maravilloso que sería si ella estuviera con él en ese momento. Una lágrima rodó por su mejilla izquierda sintiendo como su corazón le daba un vuelco. Se hacía grandote, se hacía chiquito y el palpitar no lo dejaba en paz. Sintió una desesperación que jamás había sentido en su triste vida… Fue en ese instante en el que se dio cuenta que la había perdido para siempre, que la única persona que él amaba tanto como para ofrecer su vida ya no le correspondía, que lo único que el atesoraba más que el propio oro estaba alejándose rápidamente y no podía hacer nada. NADA. Quería gritar tan fuerte como jamás en su vida, cerciorarse de que ella lo escuchara, de que ella supiera la verdad de sus sentimientos, pero no fue así, no pudo hacerlo, se quedó en el mismo jodido lugar sin siquiera abrir la estúpida boca.
Fue como si estuviera muerto en vida. Así es, murió en vida, ya no le quedaba más porqué vivir. Ella desapareció entra la inmensa calle y no volvió a saber ni de sus risas ni de su mal humor. Pues qué más quedaba que irse, ¿no? Dio media vuelta en dirección opuesta y camino como alguien que se queda sin motivos en la vida. Ah, se percibía en el aire una mezcla de compasión y sufrimiento que tal vez sólo aquel que hubiese sufrido lo mismo se daría cuenta de cuán mal estaba.

Pasaron los días como pasan las cosas que ya no te importan; desapercibidas. Sin darse cuenta dejó que su vida se consumiera en un mar de sueños rotos y risas torcidas, donde lo único “alegre” que habitaba allí era una imagen de una sonrisa en blanco y negro pintada en algún lugar de una pared fantasma. Es increíble cómo puede cambiar la vida de una persona, ¿no? Suspiraba tristeza y exhalaba cantidades enormes de falacias tipo: “estoy bien”.
Jamás había visto algo tan estúpidamente triste como esto. Pero así fue, él estaba tan… tan… agotado por su existencia, en verdad la amaba.

Después de varios meses encerrado como alguien loco y sin control, pareció recuperar la cordura, el razonamiento, y recuperar el amor propio que había perdido hacía mucho. Se bañó, se perfumó, se vistió, se miró al espejo antes de salir de casa, cerró cuidadosamente la puerta como quien cierra una caja con un valioso objeto dentro. Caminó por varios minutos hasta llegar a un parque, donde brillaba la juventud. Al observar a todos atentamente pasaron por su cabeza recuerdos que según él ya habían expirado, pero estaba completamente equivocado, se sentó en una banca y se quedó mirando al vacío. Como un idiota.
El idiota más grande en verdad.

No sé cómo llegó a su casa, tal vez se movió por inercia. Quizás solo caminó a su casa dando paso tras paso mientras estaba perdido en sus pensamientos ridículos.
Un amigo fue a visitarlo aquel día, ni se tomó la molestia de tocar a su puerta; sabía que no atendería. Abrió lentamente y sin hacer tanto ruido.

—Hola —dijo levemente—. ¿Estás, RM?

—¿Ah? —contestó, sobresaltado—. ¿Qué haces aquí? Te dije que no molestaras.

—La que molesta es tu abuela, idiota —dijo su amigo un poco indignado.

—Basta, ¿qué? ¿Qué haces aquí?

—Vine a buscarte, ¿eh? Es hora de salir de este encierro.

—¿Por qué dices eso? Simplemente no me he sentido bien, creo que estoy enfermo o algo, solo eso.

—Vaya, ¿en serio? —soltó sarcástico.

—Sí, en serio. Ahora sal, por favor. Ah, y cierra bien la puerta cuando salgas, pendejo —contestó RM tratando de no molestarse.

—Me quedaré a dormir, y ni te molestes en decirle a tu abuela; ya me encargué de eso y dijo que sí, que está de acuerdo. Ja.

—Bien jugado, damisela —respondió rendido.

«Mi buen amigo YoonGi» [NamGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora