Capítulo 3

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De repente alguien abrió la puerta, solté un pequeño grito y Lucía empezó a reír. Yo también me reí, tengo que admitir que tuvo su gracia.

- Ya veo que os lleváis bien,… bueno, es la hora de cenar, chicas. – nos avisó la profesora que había conocido antes – Ve bajando, Lucía. Luego iras tu, quiero hablar contigo.

Me espanté, pero luego descubrí que sólo quería presentarse y que diéramos una vuelta por el colegio.

Me contó que ella era la directora del colegio y del orfanato, y su nombre era Patricia y que le podía contar todos mis problemas. Le dije un simple “No, gracias”. Soy de esas chicas que nunca cuentan nada a nadie, prefiero reservarme mis problemas para mí.

Cuando me dejó ir a cenar me acordé de algo:

- ¡El chico de la ventana! – pensé.

Rápidamente, cambié de dirección y recorrí los pasillos del orfanato buscando la ventana. No tenía ni idea de donde estaba y sabía que era una tontería, quizás era mejor que vayase a cenar, debía estar ahí, como todos los alumnos.

Pero de repente, oí unas voces y me escondí. Yo era el tema de conversación principal de aquellos chicos. Miré haber si alguno de ellos era el chico de la ventana que ví esa tarde, pero por mala suerte ninguno de ellos lo era.

- Sí, se llama Carolina. Es nueva. – ví a un chico rubio con una sonrisa de punta a punta, no lo conocia ni lo había visto antes, pero me sonaba de algo.

Oí unas risas y seguí escuchando. Las voces indicaban que esos chicos se estaban acercando a mi escondite.

- ¿A esa también te la ligaras? ¡Si ni siquiera la has visto! – gritó un chico de pelo negro y despeinado. Tenía unos aires de Harry Potter… ¿sería también mago?

Por último, habló un chico que parecía más dulce, más tranquilo, el más bueno de todos.

- Chicos, dejaos de tonterías y vamos a cenar.

Sonreí, ese chico me parecía majo y creo que sería un gran amigo mío. De repente, algo me hizo tropezar y caí delante de la vista de los tres chicos.

Me ayudaron a levantarme y me acusaron de espía.

- ¿Nos estabas espiando, verdad? – me dijo con tono acusador el chico de pelo negro.

Se notaba mucho los perfiles de los chicos: uno de ellos era el líder, otro el ligón y el otro… el tierno.

- Yo… em… Yo no… - intenté explicarme.

El chico que me había hecho sacar una sonrisa, el de pelo marrón clarito, me defendió:

- Chicos, ¿que no véis que no lo hacía con mala intención? Y además, sólo nos ha oído hablar de Carolina…

Los chicos se alarmaron…

- Eh – saltó el chico rubio - ¿Tu eres Carolina?

- Sí, encantada de conoceros, chicos. – sonreí.

El misterio del Orfanato El OasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora