Un asesino que jamás fue atrapado.
Sucedió hace más de 30 años, en la bahía de San Francisco: cuerpos de personas aparentemente al azar aparecían. No puedo afirmar con claridad cuándo comenzó a llamarse “El Asesino del Zodíaco”, pero deduzco gracias a varios relatos que se remontaría al cuarto crimen conocido -sólo se adjudica siete crímenes al Asesino del Zodíaco, no sé tiene pruebas concluyentes sobre más, pero se intuye que es así-, aunque el nombre de “Zodíaco” lo usó desde la primera víctima.
Décadas de investigación fueron en vano. Las fuerzas policiales, el Ministerio de Justicia de California, el servicio postal de EE.UU, e incluso el FBI, no pudieron determinar nada del asesino o asesina. Se tenía conocimiento de que esta persona cometía los crímenes debido a la serie de cartas que llegaban a los diarios locales luego de cometer esto, y aunque se trataba de determinar la dirección de la carta, siempre llevaba a callejones sin salida, literalmente.
Entre 1966 y 1974 fueron enviadas las cartas, comenzando generalmente con una frase típica para presentarse: "Este es el Zodíaco que habla", firmadas luego por el “símbolo” o “insignia” –una cruz dentro de un círculo, saliendo de los límites de este.- Una forma de señalar sus víctimas era que dicho símbolo aparecía tatuado en sus frentes o en algún lugar cercano.
Fue Clara “Cherry” Foreman la desafortunada; susto mortal seguido de un infarto, que le causó la muerte. No obstante, esto fue difícil de determinar debido al estado del cuerpo; brutalmente mutilado. El Asesino del Zodíaco esta vez escribió: “Cherry” no es la primera obra, críticos de azul, y créanme, tampoco la última. Habrá más.
No obstante, California estuvo asustada durante dos años, en 1968 se tuvo noticias de este diabólico ser nuevamente. El 20 de octubre de 1968, David Faraday de 17 años y Betty Lou Jensen, de 16 años, fueron encontrados muertos luego de desaparecer una semana antes. Los encontraron en un camino rural, al este de Vallejo en California. Un pistolero nocturno –se presume que era el asesino, vestido para la ocasión- los encontró allí, haciendo las cosas típicas de adolescentes. Disparó una vez a Faraday en el cráneo, una muerte instantánea y luego a Jensen, de cinco disparos en la espalda, a cinco metros de Faraday; el arma fue una pistola automática calibre 22. No obstante, se deduce debido al estado putrefacto de los cuerpos que fueron asesinados mucho antes, una semana antes, y el asesino simplemente los guardó como “trofeos” para luego desecharlos. Este fue el único caso donde no se encontró el signo por ninguna parte. La carta para anunciar las muertes llegó a cuatro días del descubrimiento de los cuerpos: Es una pena que el amor juvenil perezca tan pronto. Nadie sabía que Faraday y Jensen eran pareja.
Un año después, se encontraron dos cuerpos más. Fue en este caso cuando el asesino envió una carta completa, relatando en forma de novela como sucedió el asesinato. Escrito en tercera persona, se los dejo aquí:
Era una oscura noche de julio de 1969. Un coche zumbaba por la ciudad, como una mosca. Michael Mageau de 19 se encontraba conduciendo, mientras que Darlene Ferrin de 20 en el asiento de acompañante.
-Creo que vi a alguien seguirnos desde la parada anterior -dijo Michael.
-No te preocupes - respondió Darlene-. Es sólo un motorista alcoholizado y estúpido.
Fue entonces cuando la tragedia comenzó. Un auto familiar se colocó junto al vehículo, y con un 9 mm, desató una lluvia de balas sobre ambos adultos. Michel sobrevivió la oleada, mientras que Darlene pereció de camino al hospital. Las patrullas de policía llegaron, incluso aunque no se realizó ninguna llamada de parte de las víctimas. Había sido advertido por una llamada anónima: "No llegue tarde, como con la pareja del año pasado".