Haz sentido alguna vez que el tiempo se detiene de repente? Que por unos instantes las cicatrices parecen no importar y del cielo parecen llover oportunidades, si no lo has sentido descuida, solo algunos sentimos eso, y se nos otorga para darnos algo de esperanza y luego decepsionarlos.
Que el cielo parece llevarse nuestras penas para luego convertirlas en lluvia, y compartirlas al mundo. Aquellos que se sienten libres cuando el cielo gotea y contemplan los lamentos del mismo. Esto podría sonar hermoso, y lo es, más también está lleno de dolor.
Para observar este fenómeno hacen falta algunas cosas, no puedes recibir sin dar, ¿Verdad?:
1: Un recuerdo: cualquiera sirve; pero si quieres que el cielo llore con intensidad dile una de tus penas, el te consolara sin pensarlo.
2: Riega tus cicatrices: cuando las grietas en tu cuerpo sean demasiadas para ignorar, de ellas crecerán rosas, tulipanes, margaritas, lavandas, etc. Riegalas con tus más profundos pensamientos, si tienes suerte de ellas saldrán cosas hermosas.
3: Llora té: cuando haya demasiados recuerdos como para dárselos a el cielo, llora un poco de te en tu taza favorita y compartirle a la luna brillará con intensidad calmando tu dolor y mandando estrellas a tu corazón.
Quizá te preguntes, ¿Por qué te dijo todo esto? Bueno, mis recuerdos cada vez son más y el cielo ya no puede llorar más por mí, de mis cicatrices ya han crecido árboles y no caben en mi habitación, mis ojos se han quedado sin té de limón y gengibre, y ya no puedo comprar miel para endulzarlo. Me temo que una de las raíces de mis árboles está abriendo una enorme grieta en mis venas y poco a poco se hace más grande, no quiero cortarlo, se esforzó para crecer y supongo que sería injusto de mi parte hacerla desaparecer. Por eso quiero compartir mis secretos a los que no saben cómo dejar de llorar te de limón o que marchitan las plantas de su cuerpo, a que encuentren su nunca jamás.
