Capítulo 3

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Llegué a casa y tiré mi mochila en el sillón de la sala. Me senté en él haciendo rechinar los resortes. Cogí el control y me puse a ver programas.

- Hola hijita, se saluda - dijo una voz femenina en forma de reproche desde el corredor.

- Ah... este... hola, ¿ya estás feliz? - respondí con sarcasmo  y volví mi vista al televisor.

- Siempre tan alegre, ¿no? - la miré de manera intimidante. Mi mamá era un poco bajita, de ojos color miel y de cabello ondulado castaño. Era tan sarcástica como yo. Tal vez de ahí era que saqué ese lado negativo.

- Má, dime de una vez qué quieres y déjame en paz.

- Quiero que ordenes tu cuarto ya que está hecho un desastre y también prepara la cena porque voy a salir con tus hermanas - ella no esperó a que le responda, abrió la puerta principal y desde afuera gritó - ¡¡¡ANELÍS, VALERIA, VÁMONOS YA!!!

Mis hermanas bajaron corriendo y al llegar hasta mí se despidieron susurrando. Luego me dicen que yo soy la fría.

Cuando el sonido del carro se alejó, me levanté y suspiré de manera exagerada. Mi mamá siempre me dejaba sola en casa y salía con mis hermanas, mi papá siempre estaba en el trabajo y llegaba a casa en la noche. Aunque tenía su lado positivo, la casa era MÍA.

Subí a mi cuarto y comenzé a ordenar. Todo estaba tirado en el piso y no había barrido en meses. Odiaba el polvo y para colmo era alérgica a él. Necesitaba música, todo estaba muy silencioso y, no es que me dé miedo que todo esté callado pero parecía como si fuera a salir en cualquier momento Chucki con su navaja. A los cinco años había quedado traumada cuando mis primos me mostraron las películas completas de ese EXTRAORDINARIO personaje. Prendí la radio y comencé a bailar y cantar de manera alocada. En el colegio decía que era muy tímida para hacer todo eso en público, pero a mi verdadera personalidad no le importaba. Si quería tirarme del balcón, lo hacía; si quería teñirme mi cabello, lo hacía. Pero como estaba fingiendo ser tierna y adorable no podía, aunque quisiese.

De la nada calló una piedra con un papelito amarrado en el piso. ¡Podía haberme caído a la cabeza putos! No lo quería abrir, temía que fuese una nota macabra que te decía algo así como: "Vengo por ti" o "Te estoy viendo" . Pero la curiosidad me ganó. Abrí el papel y decía:

"Te estoy viendo (comencé a asustarme) bailas bien... "

Me había asustado por nada, pero ahí no acababa la nota.

"... ya decía yo que era raro que seas tan tímida. No me tragaba ese cuento.

Con cariño, alguien que te conoce bien"

Eso no era macabro, era MUCHO PEOR. Alguien había descubierto mi verdadera personalidad.

Miré por la ventana apresuradamente pero no vi a nadie. Con todo lo que me demoré para procesar esa información era más que obvio que esa persona ya no esté.

¿Quién era? ¿Alguien que conozco? ¿Como sabía que fingía ser tímida? O será...

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