t h r e e

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Esta es mi segunda semana en esta escuela.

No iba tan mal después de todo. Bueno, casi.

Si tan solo Bonbon entendiera que no quiero pasar cada maldito segundo con ella...

Su amigo no está tan mal.

Digo, en estas dos semanas no hemos hablado demasiado, pero hay algo en él que... se siente raro.

—¿___? ¡___! ¡Tierra llamando a ___!

La mano de Chica se agitaba frenéticamente frente a mi cara.

Valentina miraba desde el banco de atrás con una ceja levantada y una sonrisa torcida.

—¿Eh? Ah, sí...¿qué pasó?

—Pues nada—Chica cruzó los brazos y me miró con severidad—. Llevas perdida todo el día, ¿estás bien?

—Seguro está fantaseando con su novio—ambas miramos a Valentina confundidas, Chica parecía emocionada—. Ya saben, el chico rarito y callado que siempre está con Usagi.

Sentí lentamente como mi piel se erizaba. Voltee los ojos y crucé los brazos.

—Loon no es mi novio, Valentina. Me cuesta pensar siquiera que somos amigos.

La verdad era otra.

Ja.

Realmente, sería muy...lindo...hablar más con él.

Si quieres verlo de ese modo. Claro, si es que se pudiera.

A pesar de que mi ansiedad social había disminuido enormemente desde que cambié de colegio, aun me costaba mantener conversaciones con otras personas.

Y para arruinarlo aún más, Loon me ponía nerviosa. Me costaba formular oraciones enteras y que además tuvieran coherencia.

De hecho, desde aquel día, ese en el que le miré fijamente a los ojos, no logro decir más de tres palabras dirigidas a él.

—¡_-_-_!—exclamó Chica, separando cada sílaba con énfasis.

—¡Gomen! Perdón, en serio. ¿Decías?

—Es hora de almorzar.

Asentí lentamente, esperando a que dijese algo más. Cosa que no pasó.

—...¿Y?

Con una expresión divertida señaló la puerta. Y, como no, ahí estaba Usagi.

Esperando.

Noroi...

Con pesadez me puse de pie y moviendo la mano me despedí de Chica y Valentina.

Me dirigí con la cabeza gacha hacia la puerta, donde Usagi me recibió como siempre: Con uno de sus abrazos.

¡Marca registrada!

Cuando me soltó vislumbré a Loon detrás de ella.

Torpemente, agité la mano para saludar. Él respondió con el mismo torpe gesto.

Durante el almuerzo me encontré a mí misma observando con detalle al chico.

El saber si él lo sabía o no era un misterio, su rostro estaba cubierto por su flequillo.

Aunque tampoco me esforzaba mucho en ocultarlo.

—___~

La voz de Usagi penetró mis oídos, sacándome de mis pensamientos.

Giré mi cabeza hacia ella, esperando a que terminara de hablar. Ella se acercó y comenzó a susurrar.

—¿Te gusta, verdad?

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