—¿Qué estas haciendo aquí? —exigí saber mientras agarraba toda la valentía que había perdido hace unos instantes.
—¿Tú que haces aquí? —preguntó mientras se cruzaba de brazos.
—No te importa —rodeé mis ojos e imité su postura—. Déjame salir —dije y camine hacia la puerta pero Dereck se interpuso—, apártate, maldita bazofia.
—¿Qué estabas haciendo aquí y a quién estas buscando? —volvió a preguntar con voz firme, me acobardé por unos segundos y luego resoplé—Ela…
Gruñí.
—Se supone que es una fiesta ¿no? —me golpeé la cabeza tipo: Piensa, Dereck, piensa.
Aunque, sabía que no se refería a eso. Pero no se lo iba a decir.
¿Quién es él para decirme que hacer?
Ela, es tu padre.
¡No, no es cierto! ¡Es imposible!
—¡Ela! —exclamó Dereck, apartándome de mis estúpidas ensoñaciones—¿Me estas escuchando?
Respiré hondo.
—No, lo siento, no escucho mierdas —me encogí de hombros y me agaché para pasar debajo de su brazo, pero Dereck gruñó y me apartó de la puerta con su fuerza bruta y estúpida que tiene—. Hey, ya, suéltame, vaquero.
—No te dejaré ir hasta que me digas qué carajos hacías aquí.
Espera ¿Qué?
¿Cómo dijo?
¿Qué no me dejará ir de aquí hasta que le haga caso? Que estúpido.
Sonreí de forma cínica y el frunció su ceño, confundido. Oh, Dereck, ¿crees que yo te haré caso? Reí bajo y Dereck se volvió más confundido e incómodo.
Me acerqué a él con aire al estilo Sophie. Tipo: Te acercas amenazante pero sin dar importancia. Claramente, siento que me esta saliendo del asco.
Dereck vaciló por un momento, y eso me hizo querer sonreír. Lo estaba haciendo bien, pero reprimí la sonrisa y me acerqué lo más posible que mi cuerpo podía tolerar.
—Escúchame, Dereck Steven —comencé a decir con todos mis insultos en la punta de mi lengua, pero fue en vano, ya que el sonido de la puerta me interrumpió.
Ambos nos quedamos estáticos viéndonos el uno al otro, ladeamos la cabeza al mismo tiempo viendo como la puerta se abría y dejaba entrar el retumbante sonido de la música.
Vimos como una chica rubia entraba y luego su acompañante. Abrí mi boca con sorpresa y asco.
Más asco que sorpresa, para aclarar.
Aquel chico que se asomó era Alexander, estúpido, Brown.
Alias: Bazofia número dos.
Alexander entró como si nada, feliz de la vida, pero se detuvo, al igual la chica, al vernos.
Se quedó un momento con cara de póker.
—¡Lambert! —dijo con sorpresa, mirándome— Hace mucho que no te… ¡Oh, demonios! ¿Dereck, compañero, qué estas haciendo aquí?
Miré de reojo a Dereck, este estaba tranquilo aunque su cara demostraba un: No se que decirte.
Los cuatro nos quedamos callados en la habitación. Repasé a la rubia y no era nada fea, bueno, es estúpido decir eso. Alexander no hubiera traído a la rubia si era fea, duh.
Por otro lado Dereck estaba en su mundo contando condones y Alexander nos estaba viendo confundido a los dos y luego me di cuenta.
Estaba sacando sus propios hechos.
Ya era muy tarde cuando quise interrumpir toda su estúpida historia porno que se estaba inventado. Abrió su estúpida bocota y puso sus manos en sus mejillas a modo de sorpresa.
—¿Ustedes dos…? ¡No me jodas!
—¡No es lo que crees! —me apresuré en decir, pero ya tenía toda su historia.
Miré a Dereck pidiendo ayuda, pero este si quiera tuvo la intención de hablar. Me ignoró olímpicamente.
—¡Santa mierda! —gritó Alexander y salió corriendo.
Me quedé tipo: Kha.
¿Y si le dice a alguien? ¡Corre, estúpida, corre!
—¡No, no, no! —grité, agarrándome la cabeza con desesperación— Todo esto es tu culpa —gruñí hacia Dereck y salí corriendo tras Alexander.
Miré sobre mi hombro y vi como Dereck salía de la habitación totalmente tranquilo.
Hijo de puta.
Bajé las escaleras rápidamente, intentando no pisar ningún pie o condón.
Comencé a buscar a Dereck.
Di vueltas por todo mi alrededor, buscando a esa segunda bazofia.
En la pista de baile seguía la gente, pero ya no estaba tan repleta como antes.
Seguí buscando por unos pocos minutos y divisé a la rubia bonita y luego a Alexander. Sonreí. Caminé hacia ellos, pero me detuve al sentir como alguien me jalaba del cuello de mi camiseta.
Me di la vuelta con desesperación y vi a Sophie con una ancha sonrisa.
—¡Ela! —gritó y el aliento a trago me pegó en la cara e hice una mueca— ¿Dónde estabas?
Intentando no ser violada.
—Por ahí —respondí y me giré mientras buscaba a Alexander—, espérame aquí —dije pero Sophie me agarró del brazo.
—No, no, no. Debes venir conmigo —balbuceó y comenzó a jalarme hacia el lado contrario donde estaba Alexander.
Me resistí.
—Sophie, no.
—Ela, si.
Gruñí y jalé con fuerza hacia donde yo quería ir.
—Vamos a jugar qué probabilidad, será divertido —río.
Me le quedé mirando por un segundo. Estaba a un poco de decirle: ¿Uno o dos? Pero me resistí y negué con mi cabeza.
—¡Ya te dije que no! ¡Ahora no!
—¡Pero Diego se va a besar con un chico!
Me quedé mirando a Sophie sin parpadear, y esta a mí.
—¿¡Por qué no comenzaste por ahí?! —grité y corrí con ella adonde sea que estaban jugando eso.
Si, tal vez pierda a Alexander y mi reputación se haga una mierda.
Pero, mi reputación se hará mierda muchas veces.
Ver a un chico besarse con Diego, no pasa todos los días.
Punto para mí.
Seguí a Sophie hacia el patio trasero de la casa y noté como estaban varias personas formando un círculo.
¿Acaso Sophie me engañó y yo soy un sacrificio para un ritual satánico?
Estúpida Sophie.
Al acercarnos más vi a Diego, Lizzy y Sam. Todos estaban aquí.
Me acerqué a ellos y solo Sam me notó y me dio una sonrisa. Se la devolví.
Diego ni siquiera me notó.
Él estaba totalmente borracho y lamentándose toda su vida por haberse metido a este juego. No me sorprendería si estuviera llorando.
Por otro lado a Sam se la veía sobria.
Me acerqué a Diego y me arrodillé, noté como unos chicos le daban ánimos a otro y uní cabos.
Ese era quien debía besarse con Diego.
Y no se cual estaba peor. Creo que ambos tenían ganas de pegarse un tiro.
Le toqué el hombro a Diego y este me miró y abrió sus ojos con sorpresa.
—¡Ela, sálvame! —gritó, sacudiéndome por los hombros y yo hice una mueca de asco. Necesitaba una menta.
—Lo siento, Dieguito, debes hacerlo. Un juego es un juego —me encogí de hombros.
¿Sentía pena por Diego? Si.
¿Iba a desaprovechar ver un beso entre Diego y otro chico que también esta súper que bueno? No.
Diego asintió al escucharme, pero luego comenzó a negar.
—Pero yo no me quiero besar con un chico —dijo con horror.
Fruncí mis labios y miré a mi alrededor, noté como Dereck se acercaba para acá y se unía al grupo que estaba alentando al otro chico. Él era uno de sus amigos.
—Solo será un piquito —murmuré, despegando la vista de Dereck—. Será rápido.
—¿Me lo prometes? —susurro Diego como un niño y yo sonreí con ternura.
Si no estuviera borracho y apestoso, le hubiera abrazado.
—Te lo prometo —asentí y cogí aire— ¡Esta listo!
Diego me miro con cara de horror y solo falto que me haya dicho: La decepción, la traición hermano.
La gente comenzó a hacer bullicio mientras Diego y el otro chico se ponían en el centro del círculo.
Sonreí tanto que sentí como mis mejillas se entumecían.
Me levanté y me acerqué a Sam y Sophie, ambas estaban con sus teléfonos listas para grabar. Me uní a ellas.
Claramente, esto solo sería para nosotras.
Pero, si de casualidad eso aparece en Yotube.
Fue Sophie, no yo.
El otro chico, digámosle Juanito, estaba pálido. Y Diego estaba con cara de: Mátenme.
—¡Ya bésense! —gritó Sophie y eso causó que la gente haga lo mismo.
Reí y Sam le dio un golpe a Sophie por idiota.
Estábamos viendo como ambos se acercaban, cuando la risa de Sophie me interrumpió. Giré mi cabeza para verla y ella estaba en el piso y con su cara roja de tanto reír.
—Déjala, esta totalmente borracha —dijo Sam.
Juanito se acercó a Diego y posó sus manos en sus hombros. Comencé a morderme las uñas de la emoción.
—Creo que mi sueño se ha hecho realidad —dije con emoción—. Gracias, Jesús.
Ambos se acercaron mucho más y cerraron sus ojos. Sus narices se rozaron y noté como ambos hacían un gesto de repulsión. Mordí mi labio para no reír.
Entonces, Diego cogió aire por millonésima vez y estampó sus labios con los del chico.
Grité.
No pasaron más de diez segundos cuando ambos se empujaron, alejándose de si mismo y se limpiaron los labios. Corrí hacia Diego, emocionada y lo abracé. Me vale un pito si apesta. Diego me miró confundido pero luego me correspondió el abrazo y sonreí.
—¡Eres increíble! —exclamé con emoción.
Sophie y Sam también comenzaron a decirles cosas.
—Tienes ovarios, muchacho —dijo Sophie, palmeando el hombro de Diego.
Los tres nos quedamos viéndola con confusión. Nos quedamos viendo entre los cuatro, y luego reímos. Noté de reojo como Lizzy nos veía y la ignoré.
Volvimos a hacer el círculo cuando nos avisaron que era la siguiente ronda.
—Yo ya no voy a participar —dijo Diego mientras se alejaba y formaba parte de los espectadores. Sophie asintió y se unió a Diego.
Miré a Sam.
—¿Uno o dos? —pregunté y esta resopló.
—Dos.
—Me quedo —murmuré y formé parte del grupo que si jugaba, Sam se sentó a mi lado.
Algunos se unieron otros se fueron.
Era el turno de Jace, uno de los mejores amigos de Dereck.
Jace, con su cabellera negra y ojos azules, repasó todo el círculo buscando que desafío hacer.
Él quería ver el mundo arder.
Primero se posaron en Sam, luego en Harper, una chica de primer curso, en Dereck y en un chico que no conocía.
Jace sonrío y puedo jurar que escuché como chicas suspiraban. Bueno, no las culpo, Jace esta demasiado bueno.
Diría más bueno que el pan, pero, no me gusta el pan.
—¿Qué probabilidad hay… —dijo, repasándonos una última vez— de que Ela Lambert este media hora con Dereck en el armario? —terminó de decir y señaló el armario.
Sentí como me faltaba el aire. Seguí su dedo y vi una minúscula puerta.
¿Es enserio?
¿¡La jodida casa de Amy es tan putamente gigante y tiene un puto y minúsculo armario!?
Volví a fijar la vista en Jace y este me miraba con una sonrisa malévola. Oh, no, zorro hijo de puta.
Escuché como Sam comenzaba a reírse.
—Creo que valiste, Ela —dijo Sam y volvió a reír. Yo asentí lentamente, sin despegar la vista de Jace.
—Ya valí.
—Lo haces —rio Alexander y pasó por mi lado, me estiré y le di una patada en la pierna y este chilló—, oye ¿¡qué te pasa?!
—¡Púdrete!
Sam resopló.
Busqué a Dereck con la mirada y este estaba totalmente indescifrable.
No sabia si estaba feliz, o triste o si quería pegarse un tiro.
—Bien, uno… —comenzó a contar Jace y me le quedé viendo confundida… ¡Ah, cierto! ¿Cómo me pude haber olvidado que debía decir ese puto número? Es que soy una idiota—, dos…, y tres.
—¡Uno! —exclamé y luego tapé mi rostro al escuchar la respuesta de Dereck.Valí.
—Dijo uno —dijo Jace y se levantó—, acompáñenme.
Maneras de suicidarse con un cuchillo de plástico:
1. No hay, púdrase.
Respiré hondo y los seguí.
Escuché la voz de Diego gritándome, pero no le vi la intención de girarme y averiguar que es lo que decía.
En ese momento solo quería pegarme un tiro.
Jace abrió la puerta del armario y como supuse, este era minúsculo. Si Dereck y yo entrábamos ahí, estaríamos pegado el uno al otro.
Dereck suspiró e hizo un gesto como una reverencia.
—Las damas primero.
Le saqué el dedo del medio y entré en el armario.
Si, definitivamente quería pegarme un tiro.

ESTÁS LEYENDO
La elección del 1 o del 2
Teen FictionLa vida esta entre elegir. Dos opciones que marcaran tu futuro y tu pasado. Dos opciones que tendrás que elegir como se te de la regalada gana. Y yo... Yo no se elegir de ninguna manera. ¿Tú sabes elegir? Porque, si lo sabes, felicidades. No eres...