Yo se lo había prometido...
-Chloe, ¿puedes hacerme un favor?
La mujer le extiende un prendedor de flor a lo cual la pequeña lo tomó. Era la cosa más bonita que había visto.
-¿Podrías por favor, cuidar a Adrien por mí?
-Yo... Se lo prometo, lo cuidare tan bien como usted lo ha hecho- la pequeña niña besó la mano de aquella mujer en forma de sellamiento de aquel pacto.
¿Porqué no pude cumplirlo?
¿Porqué alguien más ha tenido que hacerlo?
A la chica le dolía no poder cumplir lo que le había prometido a su compañera de infancia, porque eso era para ella Emilie Agreste. Esa mujer que le había mostrado la felicidad que te daba un abrazo maternal, la mujer que asistía a todos y cada uno de sus recitales de ballet y aplaudía sus logros como si fueran los propios.
La señora Agreste había sido la mamá que necesitó Chloe cuando era pequeña, ya que la suya estaba metida en las pasarelas y viajando a alrededor del mundo.
¿Perdía el tiempo intentando cuidar a Adrien?
Desde que él ingresó a la escuela, la hizo a un lado y comenzó a verla como todos lo hacían. Ya no la veía como aquella niña tierna con la que le encantaba pasar sus tardes jugando. Ahora tenía otros amigos y había apartado de su camino a la rubia.
¿Debería dejar atrás esa promesa?
Eran muchas las preguntas que se hacía y cero respuestas las que obtenía.
Chloe caminaba con la mirada pérdida, ni siquiera escuchó el claxon del auto que estaba a punto de rozar con ella. Al darse cuenta demasiado tarde, solo cerró los ojos esperando el golpe que nunca llegó, pues cierto felino llegó a tiempo para salvarla.
-¿Estás bien?- Chat tomó el rostro de la chica y limpió las gotas que salían de ella.
Chloe abrazó con fuerzas al felino, este pudo sentir por cada parte de sus fibras la tristeza de la rubia
-No sé porque todo lo que intento hacer me sale mal, siento que todos mis intentos son inútiles. Sé que se lo prometí, pero... No podré cumplir con lo que ella me pidió...
Chat veía la gran tristeza de Chloe, pero no comprendía que era todo eso que estaba diciendo
-Ven conmigo, te llevaré a un lugar especial
La rubia asintió con la mirada y se aferró aún más fuerte del chico, solo eso le bastó al felino para llevarla en brazos al lugar más especial que él conocía...
La torre Eiffel
Al llegar, tomó asiento junto a la rubia y ella recargó su cabeza en el hombro de él.
-Chat, ¿Porqué él no me deja cumplir con mi promesa?- la rubia intentaba dejar de llorar
-¿Él? ¿A quién te refieres?
-Hace años conocí a dos personas, una mujer y un niño. Ella era la persona más bella y pura que había conocido en toda mi vida. Su belleza era inigualable, como la bondad que poseía
El rubio escuchaba con toda la atención posible lo que le contaba su amiga de la infancia.
-Yo había formado una amistad con ese niño, nos habíamos hecho los mejores amigos pero también me había enamorado de él, desde que lo conocí algo en mí se había movido, sentía pequeñas mariposas dentro de mí, todo me parecía bonito y alegre cerca de él.