*Narra _____*
Bajé lo más rápido que pude hasta la cocina, me cogí un pequeño batido de chocolate y corrí hacia el garaje para montarme en el coche en el que, seguramente, mi padre estaría esperando para llevarme al aeropuerto.
Tuvimos la suerte de que vivíamos a tan solo diez minutos de distancia del aeropuerto por lo que no llegaríamos muy tarde, pero tampoco muy sobrados de tiempo como para tomarnos un desayuno tranquilos en la cafetería de este como planeamos la noche anterior.... He de reconocer que se me fue el santo al cielo al recordar aquellos momentos.
En el aeropuerto me esperaban Blanca y Mark, a la par que Paul, o al menos eso me dijo la tarde anterior pues, al llegar, este último no se encontraba allí.-¡Hey, enana! Vamos, anímate. Piensa que vas a ver a tu madre después de tanto tiempo- me dijo Mark mientras me revolvía el pelo. Siempre le gustó molestarme de esa forma y, para qué engañarnos, realmente me gustaba.
-Lo sé, lo sé... -susurré entre sollozos- no sabéis lo que os voy a echar de menos... Sobre todo a ti, B. -arrastré a mi mejor amiga hasta nosotros dos y nos hundimos en un triple abrazo hasta que tuve que marchar.
-¡Ough! Eso me ha dolido - dijo Mark sollozando.
- Mira que eres bobo - y volvimos a fundirnos los tres en un último abrazo.
- Decidle a Paul que lo quiero... Pero que no haya venido a despedirme me ha dolido. -derramé una última lágrima sobre el que quedaría como mi antiguo hogar y monté en el avión.
Una de las azafatas de vuelo, castaña y de ojos claros, me acompañó hasta mi asiento. Acto seguido me dictó una serie de instrucciones que yo ya conocía a la perfección. Asentí sin prestarla mucha atención, sonreí antes de que se marchara y, por fin, me encontraba sola. Sola...
Una mano rozó mi brazo, y giré la cabeza para observar quién era ese alguien el cual su olor me resultaba tan familiar. No podía ser posible. Tenía que ser mentira...
-¿¡Mark?! - por fin pude articular palabra justo cuando el avión comenzó a despegar. No podía creer lo que mis ojos veían. De verdad él estaba viniendo conmigo; estaba dejando atrás su vida para comenzar una nueva junto a mí. Acababa de hacerme la chica más feliz del mundo.
No hicieron falta palabras, él simplemente me sonrió y, lentamente, se acercó, hasta alcanzar mis labios, hundiéndonos en un tierno beso.
- ¿No pensarías deshacerte de mí tan fácilmente? - preguntó risueño. Yo me sonrojé ligeramente, y volví a lanzarme a sus labios una vez todo el ambiente estuvo más calmado.
- Me asustó mucho el hecho de que no vinieras a despedirme... Creí que te perdería para siempre. - comenté decepcionada.
- ¿Para siempre? Eso son palabras mayores. No voy a dejarte por nada del mundo.
Después de eso mis ojos fueron cerrándose, hasta que me hundí en mis propios sueños, esperando llegar a lo que sería mi nuevo hogar, camino a una nueva vida, llena de sorpresas.