Cap. 3

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El sol comenzaba a asomarse a lo lejos por el horizonte, acababa de llegar desde Tokio a Inglaterra. Este sol nacía como mi nueva vida temporal que tendría aquí en Inglaterra. 

Gracias a nuestros contactos, me recogió un subordinado del Jefe Lovro y me llevó directo a mi nuevo apartamento, cortesía de este último. El joven me ayudó a acomodar mis cosas y se fue dejándome un mapa y un regalo de bienvenida: una rosa blanca.

Cuando me encontré solo comencé a curiosear por el lugar, digo, seré todo un asesino pero si no me siento cómodo ni donde vivo donde sí lo haré. Comencé por la sala, era lo primero se veía al ingresar. Habia tres sillones blancos que rodeaban en semicirculo una pequeña mesita y al frente de este un televisor demasiado grande para mi gusto, después fui al comedor, nada nuevo ni asombroso había ahí, una mesa con seis sillas y estaba decorada con unas cuantas plantas en las esquinas de la habitación. Sin más, repetí mi acción de observar todo en la cocina, la habitación de huéspedes, el baño de invitados, por último me dirigí a la que me indicaron sería mi habitación. ¿Me indicaron? pues si, en el sobre que le dío el Jefe a mi madre especificaba cada detalle de la vida que debía de fingir que hasta decidieron cuál sería mi habitación, pero bueno no es como si fuera la primera vez que lo hacían y la verdad aunque no hubieran dicho que esa sería mi habitación igual la escogería, digo, cama de 3 plazas, dos mesas de noche, baño incluido que era el triple de grande que el baño de invitados, y un estudio con dos estantes llenos de obras que podían sacarme del posible aburrimiento y un escritorio.

Me gustaba la habitación, y así como me gustaba esta también me gustaba mi privacidad, por lo que quite las diez cámaras y más de veinte micrófonos que se encontraban en todo el apartamento, ¿que cuando los saque? como dije antes, iba a curiosear. Esas medidas de vigilancia seguro las colocó el joven que me recogió antes bajo las órdenes del jefe, ya había perdido la cuenta de cuántas veces le dije que dejara de intentar vigilarme de esa forma obsesiva.

El quitar los estorbos no me tomo tiempo por lo que comencé a instalarme en el lugar, tampoco me tomó mucho ya que solo tenía unas cuantas ropa, armas, una laptop y un pequeño retrato de mi familia, bueno al menos parecemos una en foto. 

Aparto mis lúgubres pensamientos y me comienzo a alistar para el trabajo, una ducha tibia para relajar mi cuerpo del largo viaje, pasar peine para lograr que mi cabello acabe en dos coletas y no revelen su verdadero largo, vestirse ni tan formal pero tan reveladora mente. Al cabo de una hora estaba completamente listo.  

6:30 am, hora que marcaba el reloj aún tengo un poco de tiempo, para ser exactos media hora, para relajarme y pensar las maneras en las que debo de ganarme la confianza de Karma-san, ¿cómo será trabajar para él?, ¿será amable? tal vez tenga una misión pero eso no me indica que deba llevarme mal con él, al menos quiero llevar la fiesta en paz. Será poco tiempo pero quiero pasarla bien, ¿estará bien que alguien como yo espere felicidad cuando casi siempre soy yo quien la roba de otros? 

Mis pensamientos son interrumpidos por la alarma de mi celular indicándome las 7 de la mañana. Salgo de mi apartamento, claro no sin antes haber dejado ciertas medidas de seguridad por si alguien se atreviera a ingresar sin permiso, cogo un taxi y me dirijo a la empresa, esperando que mi nueva vida, aun si es momentánea, sea mejor que la real.

*Narro yo*

Nagisa bajo del taxi al frente de un gran edificio, las personas transitaban delante suyo sin prestar atención a nada más que su propio camino, él trago saliva de los nervios. Ingresó algo temeroso al lobby del edificio.

-Buenos días, bienvenido a King's Company - dijo con una sonrisa una beta, que según Nagisa parecía la recepcionista del lugar - ¿que  se le ofrece?

- Uhmm... buenos días, soy el nuevo secretario de Karma Akabane.

El rostro de la joven se transformó tan rápido de una sonrisa radiante a una de odio intenso que hasta la profesora Mcgonagall la envidiaria en su transformación. Nagisa solo opto por sonreírle tímidamente ya que no entendía su cambio.

- Diríjase al último piso - contestó molesta la joven sin ocultar su frustración - él señor Karma ya llegó y lo esta esperando

-Gracias

Nagisa solo se retiró esperando ya no desagradar a nadie más, todo sin sospechar que era observado desde las cámaras por un peculiar diablillo que se reía entre dientes.  

Cuando al fin llegó a su destino, salió del elevador, pero su torpeza fue tal que se tropezó, Nagisa cerró fuertemente los ojos esperando un golpe, un golpe que nunca llegó, al abrir los ojos una joven de cabellos amarillos lo sujetaba con ambos brazos.

-Gracias - comentó Nagisa separándose un poco de ella

- Deberías  tener más cuidado pequeñín - comentó la señorita acomodándose su traje mientras Nagisa solo se sonrojaba ante ella por la vergüenza -¿ vas a ir a ver a Karma?

-¿eh? ... a sí - contestó Nagisa aún con avergonzado 

-Pues mejor apurate si no quieres que él te de más trabajo, Nagisa-chan - comentó la joven mientras se subia al ascensor 

-Sí.... espere cómo sabe mi nombre

Las puertas se cerraron dejando aun Nagisa solo en el pasillo sin respuesta de la identidad de la joven, sin pensarlo demasiado 

<<No sería extraño que me hayan investigado>> pensó 

Se dirigió a la única puerta de ese piso que tenía el nombre de Karma Akabane grabado en ella, sin mucho preámbulo tocó una vez indicando su llegada.

-Adelante - una voz grave pero melodiosa se escuchó dando permiso. Nagisa tragó en seco, nervioso por lo que le esperaba, pero cuando ingresó no pudo mantener la compostura, la sorpresa fue tal al ver tal escena que los colores se le subieron al rostro como tomate bien maduro y se volteó dándole la espalda a su nuevo y extraño jefe para darle intimidad

<<Esta loco>> pensó Nagisa cubriéndose el rostro con ambas manos.

Continuará

Nos leemos luego

La Estrella de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora