-'ღ'- chapitre quatre -'ღ'-

2.2K 228 14
                                    

Él deslizaba sus labios sobre la tersa piel del cuello de su novio.
Miedoso y con vergüenza. Borracho y sedado.
El calor los envolvía más que las sábanas sucias, y la acumulación de sangre no sólo se limitaba a sus mejillas sonrojadas.

Los insistentes golpes en la puerta habían cesado, ya nada ni nadie los podría interrumpir.

—Adrien, Adrien... Adrien... –Nathanaël repetía en bucle el nombre de su novio, como un mantra para tranquilizar su ansioso estado, y éste a su vez, se estremecía cada que lo oía–. Oh... Adrien...

La respiración continua de Nathanaël se vio interrumpida por ciertos hipeos visibles en el pecho de él, que alarmaron a Adrien, quien pese a su estado de ebriedad, aun mantenía conciencia.

—¿Nathanaël, sucede algo? –su mano rosó su rostro, sus miradas se encontraron en medio de la poca iluminación. Nathanaël estaba llorando.

—Te amo demasiado... –murmuró– Adrien, te amo demasiado... –volvió a decir.

Abrazó al susodicho, y se quedó así durante unos minutos. Adrien entendió entonces, que pese a las veces que lo han intentado, y aunque él haya sido el que quiso dar ese paso, aun tenía mucho miedo, aun tenía vergüenza, estaban en la misma situación.

—Mira... No tenemos que hacerlo si piensas que aun no estás listo. Siempre te esperé, y siempre voy a esperarte. Lo haré hasta que estés seguro, al cien por ciento, de que estás listo. –No se separaron del abrazo, Nathanaël parecía estarselo meditando.

—Quiero hacerlo... –murmuró al fin.–. De verdad quiero hacerlo...

Los largos y delgados dedos de Nathanaël recorrieron la espalda ya desnuda de Adrien, una espalda fornida, amplia, blanca y tersa, con un lunar en la parte superior derecha.
El tacto erizó a Adrien, quien cerró los ojos para disfrutar la sensación, al tiempo que mordía suavemente el cuello de Nathanaël.

Retiró el cabello del rostro de su novio y lo besó. Lo besó como si no lo hubiese hecho en un largo tiempo. Y sintió el beso en su punto máximo.

Adrien pasó a besar y morder nuevamente su cuello, dejaba marcas por toda la piel.
Nathanaël no se quedaba atrás. La espalda de Adrien era su nuevo lienzo, y sus uñas estaban pintando una bonita obra de arte.

Él enredó sus piernas al torso de Adrien, suspiraba e inspiraba con emoción.
El tacto tan dulce y amable que estaba experimentando lo llenaba por completo de una nueva sensación.
Y recién estaban iniciando.

Adrien no quería dañarlo, así que intentaba ser lo más cuidadoso y delicado, bajó hasta el pantalón de Nathanaël y retiró el cinto negro que lo sujetaba.
Con cada movimiento sus manos temblaban más y más. Las piernas de Nathanaël habían perdido el control y se dejaron caer sin más.

Adrien le sacó los pantalones a Nathanaël, y Nathanaël le desabrochó el suyo.
Estaban avergonzados, el mayor solía modelar en ropa interior, pero esto no era trabajo, esto no era una sesión de fotos. Esto era tan personal que aceleraba a cien su corazón.
Y su novio se veía adorable.
Quería evitar pensar en su primera relación, quería dejar de ser un miedoso a los toques eléctricos que experimentaba con Nathanaël, quería volver a sentirse humano.

Pasaron de las caricias a los besos, de los besos a las mordidas y arañazos, de estar tranquilos y avergonzados a dejar que la pasión los guíe. Dejaron de tocarse y Adrien conoció a su Novio por primera vez de una manera más profunda, sintió sus adentros de una manera más carnal y deliciosa, descubrió sensaciones que nunca se imaginó, rostros tan divertidos que su enamorado nunca le había hecho, y sonidos que le resultaban una orquesta santa a sus oídos.

Nathanaël por primera vez sintió roces donde ni el sol acariciaba, experimentó el cambio brusco de incomodidad a placer y satisfacción. No sólo conoció a mayor profundidad a quien le estaba entregando su cuerpo y alma esa noche, sino también logró descifrar el verdadero amor que se tenían, plenamente.

Y llegaron al climax, tan equiparable a una sensación de estar drogado, veían, ambos, puntitos blancos y negros por doquier, Adrien sintió que respiraba nuevamente, y Nathanaël suspiró, dejando caer su espalda contra el duro colchón viejo. Cerró sus ojos y disfrutó de su pequeña muerte por unos instantes.

Y finalmente había llegado al cielo, tomado de la mano con los dedos entrelazados de la persona que más amaba en todo el mundo. Y de quien estaba seguro de que no se arrepentiría de aquella ocasión. Ni el vodka le haría olvidar los sucesos de esa madrugada luego de la resaca, pues había sido tan mágico, mejor de lo que él había soñado o idealizado.

Nathanaël y Adrien habían buscado a la pequeña muerte en una cama matrimonial.

Y él dijo

“—Cariño, tu apariencia puede matar, así que ahora estás muerto...”

Y allí se quedaron ambos. Amándose hasta que el alba acarició la ventana.























































~Fin... ♡
(no se crean falta el epílogo sjdbfkdb)

🌼La petite mort 🌼〖AdriNath〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora