Casualidad

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Victor había cumplido los 17 recién cuándo su promotora de patinaje recibió una visita de todos los chicos proximos a estar en el standar juvenil.

El peli plateado cómo la estrella rusa principal fue el qué recibió a los chicos de diferentes países.

Nunca imagino que entre los 30 y tantos niños estaría aquél chico de ojos simples pero que causaban algo caotico en él.

Había pasado un año, y nunca olvidó su nombre, por el rostro avergonzado del niño al verlo fijamente supo que él tampoco lo había olvidado.

Eso fue un gran alivio para Victor.

Después de hacer que todos entendieran las medidas de seguridad que como modo básico ya sabían, los llevo a la pista de hielo.

Ese día era especial que los chicos se sintieran cómodos, después de todo era una visita a la estrella famosa juvenil de patinaje artístico Victor Nikiforov.

Este no pudo evitar ponerle un poco de mayor atención al chiquillo de olor a jazmines y shampoo de maguey.

Lo vio, traía un suéter de mangas verdes, sus pantalones eran negros y estaban ajustados.

Victor se sintió la peor persona del mundo, no podía creer que le estaba viendo el trasero a un ángel puro e ingenuo como Yuuri, el solo tenía 11 preciosos añitos.

Patinaba despacio, recorriendo la pista, juntando sus manos y poniéndolas tras su espalda, haciendo pequeños círculos con sus pies.

Victor se acercó a él, solo quería ver esas hermosas mejillas de cerca.

¿Estaría bien si lo abrazaba?

-¡Hola Yuuri! ¡Soy Victor Nikiforov!

Pronunció en Japónes, si, Victor tuvo un año completo para aprender aquel difícil idioma.

Había intentado no pensar en aquél pequeño japonés pero un día solo despertó y pensó que el destino era destino y las casualidades también eran solo eso.

Se desidio a aprender japonés, no tendría nada de malo aquello.

En el fondo el de ojos azules, pensó que Yuuri sería muy pequeño para saber algo de inglés o ruso, si no era él, nunca podrían llegar a hablar o comunicarse adecuadamente.

La voz de Yuuri le pareció la melodía más bella que había escuchado en su vida.

-S...se quién eres.. Tú eres mi meta a alcanzar.

Le dijo, sonrojado.

Victor río, alegre, en su mente imaginaba esas palabras como una linda proposición, pero Yuuri solo quería decir que era como su héroe.

-Yo no quiero ser tu héroe Yuuri.

Dijo en voz alta, gracias al cielo el pequeño pelinegro no entendía ruso.

-¿Qué acabas de decir?

Le preguntó dudoso el japonés, él le sonrió ampliamente.

Su sonrisa. ¦Victuuri.¦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora