Machete

1. La familia Benner

El silencio sepulcral de aquel túnel solo era interrumpido por los pasos lentos y los gemidos de dolor que no podía evitar exhalar Creta. Su hijo, perplejo por la situación no sabía que decir ni cómo reaccionar. No llevaban ni 100 metros cuando ella decidió parar en seco y apoyar su espalda contra la pared. La oscuridad absoluta no permitía a Derrick ver el rastro de sangre que su madre había dejado por todo el camino.

- Derrick, no puedo seguir.- susurró desde la pared Creta mientras lentamente caía al suelo.
- Mamá... - Derrick no podía articular palabra.

El joven se agachó y busco con las manos el rostro de su madre en medio de la absoluta penumbra. Al palpar la mejilla de su madre noto el frío de la muerte. Se acercó y la abrazó sin saber exactamente por qué. Ella movió el brazo haciendo ademán de querer tocar también la cara de su hijo pero como no tenía fuerzas, fue él quien se la acercó a sí mismo.

- Derrick, mi vida... - susurraba ella con su último aliento.- cuando salgas de aquí tendrás que cambiar tu identidad. Si descubren donde estas te matarán a tí también.

El joven escuchaba atentamente mientras sostenía aún la mano de su madre en su rostro.

- No quiero que vivas nunca más algo así, huye de esta vida. Empieza desde cero en otro lugar. Será lo mejor.

Derrick asintió con la cabeza mientras temblaba ligeramente. Tras unos segundos de silencio el chico notó como en la cara de su madre se dibujó una sonrisa.

- Derrick, dime que me quieres. - dijo Creta con una voz tan tenue que solo en aquel lugar de podría haber escuchado.
- Te quiero, mamá. - respondió él.

Al instante Derrick notó como ya no había pulso en la mano que aún sujetaba de su madre. La coloco con sumo cuidado en su regazo y se levantó dispuesto a dejar el cadáver atrás. "¿Por qué no estoy llorando?" Se preguntaba el joven a sí mismo mientras emprendía el rumbo hacia la salida de aquel túnel. Atrás dejaba su anterior vida y ante él se encontraba la nueva. En seguida aceptó su destino e incluso encontró poético como el tramo que unía el pasado con el futuro era aquel camino oscuro, largo y silencioso.

Horas antes de aquello, Derrick y su familia se encontraban en casa, Su padre, su madre, su hermano mayor y él acababan de cenar. En la mesa, su padre y su hermano hablaban de negocios. Joe, su padre, parecía algo dubitativo sobre un acuerdo que habían conseguido con sus últimos socios. Derrick a sus 17 años aún era joven para el negocio familiar sin embargo, tenía que ir conociendo poco a poco cómo funcionaba todo. Su familia participaba en incontables negocios, desde ser los responsables de la infraestructura del puerto hasta poseer acciones en el casino más importante de la ciudad. Una familia poderosa y muy conocida, siempre que el apellido Benner aparecía en una conversación, la gente temía estar metiéndose en problemas. Joe Benner, padre de Derrick, era el líder de la familia y uno de los miembros del Club, que es el nombre que recibe popularmente el grupo de mafiosos más poderosos de todo Belltown.
Joe Benner era un hombre astuto que había conseguido su poder con negocios legales e ilegales, cada uno con sus diversos trucos. Con sus 50 años de edad, Joe estaba pensando en delegar parte del negocio a su hijo mayor, Kyle. Kyle tenía 24 años, era atento, inteligente, resolutivo, pragmático, tenia madera de líder. Sin embargo, su inexperiencia en los bajos mundos le obstaculizaba en las negociaciones con otras familias y organizaciones de Belltown.
Esa misma semana, padre e hijo se habían reunido con Francis Warren, otro los miembros del Club, en lo alto del hotel Warren, en el centro de la ciudad. La razón de la reunión no se desveló hasta que todos estuvieron presentes.

- Me alegro mucho de que haya aceptado mi invitación señor Benner. Siéntase como en casa. - Dijo Francis sonriente.

A continuación, éste hizo un gesto con las manos para que sus guardaespaldas y consejeros se sentasen atrás. Joe dirigió la mirada hacia sus homólogos y estos tomaron asiento también.